Empecemos por invertir más inteligencia en Atención Primaria, lo del dinero viene después

Que nadie se dé por aludido ni se ofenda. Cuando hablo de inteligencia me refiero a hacer un proceso de trabajo intelectual de recoger datos para convertirlos en inteligencia organizativa: datos, información, conocimiento y finalmente inteligencia es la secuencia a la que me refiero.

Noticias aparecidas recientemente, así como los debates que se han venido produciendo sobre asuntos sanitarios en la eterna campaña electoral que por el momento ha tocado a su fin, han puesto de manifiesto, entre otras cosas, la precaria situación de la atención primaria en nuestro país. Debate viejo y propuestas tampoco nuevas, pues ambas cosas, como suele ser habitual, son recurrentes en el tiempo.

Y no es mi intención entrar a debatir cual propuesta entiendo que es mejor o peor a priori, pues lo que vengo percibiendo es el deterioro de una atención primaria con diferentes colectivos responsables. Por una parte, se les acusa a los políticos de no darle la importancia que se merece la atención primaria. Por otra parte, a los gestores se les pide una mayor integración con el hospital, y a la vez nos encontramos a profesionales que se ven minusvalora dos por el sistema sanitario y que como colectivo tampoco parecen trabajar por cambiar esta situación. Y, por último, podemos leer algunas reflexiones donde también pacientes ponen su granito de arena a esta situación porque buscan una manera más rápida de acceder a una solución a sus problemas sanitarios por la vía rápida de la urgencia hospitalaria.

En mi modesta opinión, no sé quién tiene la razón, pero razones todo el mundo parece tener. Desde que la vieja figura del médico de familia, especialmente en las áreas rurales, ha ido progresivamente transformándose en médico de atención primaria, a este se le ha ido vaciando de contenido en su actuación. A la par de una sociedad que cada vez ha ido exigiendo más a la medicina y al sistema. Valga como ejemplo la cuestión de los partos. Mi abuelo materno y aún la generación de mi padre, en zonas rurales especialmente se atendían partos en el propio domicilio. Progresivamente fuimos pasando a la atención del parto en centros hospitalarios, cuestión que esta que nadie cuestiona. Pero ahora, en un paso más de exigencia, la madre no quiere dar a luz en ningún centro que no tenga UVI Neonatal.

Oímos y leemos sobre la necesidad de invertir más para mejorar la atención primaria. Y yo pido que lo que hay que hacer es invertir más reflexión basada en el análisis objetivo de la realidad de la misma. Aplicando lógicas como la oferta y la demanda que no es exclusiva de las actividades sujetas a las reglas del mercado.

Me explico con un ejemplo, Lo primero que habría que hacer es analizar la distribución de los profesionales en función de la demanda de actividad real. Sin tocar nada en materia de cartera de servicios, de mayor resolución, etc. Eso vendría después. Ceteris paribus que decimos los economistas para simplificar los análisis. Y hacerlo abandonando el criterio de asignación de cupos por médico, pues la intensidad de cuidados de ese cupo va venir determinado por factores como son la de la media de edad, niveles de renta, tasa de utilización de recursos privados, ubicación del centro, etc.

Dicho con un ejemplo, si alguien a las doce de la mañana se acerca por una ciudad dormitorio y con alta penetración de la atención privada como puede ser Boadilla del Monte en Madrid se va a encontrar a los profesionales prácticamente ociosos y esperando que algún paciente entre por la puerta. Sin embargo, a esa misma hora, si uno se pasa por un centro de salud del centro de Madrid, por ejemplo, se va a encontrar casi con total seguridad a profesionales saturados por la demanda.

Ahora supongamos que un gestor, no falto de razón, entiende que hay que distribuir los recursos y a la profesionales de manera más eficiente y en función de la demanda. Podría encontrarse que lo profesionales, también con su razones, le saquen la normativa para decirle que es olvide pues su puesto de trabajo está claramente definido dónde está e incluso los horarios o turnos del mismo. El paciente, ajeno con toda razón del mundo a estas cuestiones, decide no esperar una cola para ser atendido y que supone no pocas veces un trámite administrativo para darle el pase a otras “ventanillas del sistema” para poco a poco ir resolviendo su problema de salud, y se marcha a otra puerta, la de urgencias, donde se resuelve el problema completo en el mismo día, con los problemas que esto tiene pues esta demanda frena la capacidad de atender la demanda de servicios conocida como “programada”.

Y podría seguir. En fin que “entre todos la matamos” y mientras que no replanteemos la figura y el papel de la mal llamada medicina primaria, cualquiera de los parches que se plantean, por mucho dinero que se les meta, me temo que no van a lograr que la cosa cambie.
..Antonio Burgueño Jerez

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