Las personas con discapacidad intelectual llegan a tomar medicación pero sin un diagnóstico claro

Un estudio del Centro de Investigación Biomédica en Red de Salud Mental (CIBERSAM) revela que las personas con discapacidad intelectual están sobremedicadas, y es que, de media, toman 4,25 medicamentos, llegando a superar incluso en uno de cada cinco (19%). Es la medicación psiquiátrica la que supone más de la mitad (65%) de estos tratamientos y no siempre se usan con un diagnóstico definido.

Así se desprende de los resultados preliminares del proyecto ‘Pomona-Esp’, en el que ha colaborado el servicio de Salud Mental del Sant Joán de Deu de Barcelona y que ha contado con la financiación de la Plena Inclusión y la Fundació Villablanca, con el objetivo de analizar los indicadores de salud de las personas con esta discapacidad, que afecta al 1% de la población española.

Como reconoce Rafael Martínez, uno de los autores de este trabajo, “los datos sobre medicación son bastante alarmantes, mucho mayores que los de la población general”.

En el trabajo se contó con 943 adultos que, con discapacidad intelectual de ligera a profunda, presentaban una edad media de 43 años, de quienes la mitad (47%) vivían en residencias u otros centros con un servicio especializado.

Toman medicación psiquiátrica sin un diagnóstico claro
Al analizar su consumo de medicamentos se observa como en ocasiones estos afectados toman medicación psiquiátrica pero sin tener un diagnóstico claro. Así, el 87% de los que estaban en un centro especializado recibían algún tipo de medicación psiquiátrica cuando el porcentaje de afectados por un trastorno mental asociado era del 75%.

Ese desfase no solamente es atribuible los centros especializados, y es que los que eran atendidos en centros generales, y que solamente un 29% presentaba un trastorno mental asociado, hasta el 63% tomaban medicación psiquiátrica.

Entre los problemas mentales más frecuentes destacan los trastornos de conducta, trastorno del espectro autista o psicosis, y entre los fármacos más consumidos destacan los neurolépticos (75-55%), los anticonvulsivos (58-59%) y los ansiolíticos (47-31%).

Fármacos que se prescriben para conductas, no para enfermedades
El problema, según reconoce Martínez, es que en la mayoría de estos casos los fármacos no se prescriben para tratar una enfermedad sino para “estabilizar conductas”.

Además, solamente el 40% de estos afectados visitan a un profesional de salud mental por lo que es probable que los fármacos sean prescritos por médicos de Atención Primaria y en ocasiones “acostumbran a no cambiar la medicación, sino a añadir y no quitar”.

Para este experto, el problema de esta sobremedicación es que estos afectados están expuestos a riesgos graves de interacciones con otros fármacos o a efectos secundarios como el estreñimiento u otros problemas de salud.

De hecho, más allá de los trastornos mentales las problemas de salud más prevalentes entre las personas con discapacidad intelectual se encuentran los problemas bucales (47%), alteraciones del lenguaje (38%), estreñimiento (31%), alteraciones de la marcha (28%) o del sueño (27%).

Entre la medicación somática que toman, las más frecuentes son las destinadas al estreñimiento (16%) o problemas gástricos (14%), que en ambos casos podría estar relacionado con esta sobremedicación. Aunque el trabajo muestra como solo un 2,9% toma medicación analgésico, Martínez concluye que se debe a que en estos afectados “es difícil de valorar y detectar el dolor”.
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