Humanización interautonómica

La humanización sigue ganando espacio en la agenda sanitaria y, lo que es más importante, en las prioridades de los políticos. Representantes de cuatro autonomías interesadas en la materia se han reunido en el Hospital Clínico de Madrid, con el impulso de la Dirección General de Coordinación de la Atención al Ciudadano y Humanización de la Asistencia Sanitaria, que lidera Julio Zarco. Más que una moda, seguramente pasajera, la humanización tiene pinta de haber llegado para quedarse en el Sistema Nacional de Salud.

Algunos lo saben desde hace más de veinte años. Es el caso de José Carlos Bermejo, director del centro San Camilo de Tres Cantos, Madrid, que tiene mucho que enseñar a todos los que vamos por detrás en esta materia. Su caso es el ejemplo del convencimiento en una idea desde su propia enunciación: “Humanizar, sí, humanizar”, ha subrayado en su intervención, tratando de combatir el efecto de los escépticos que ya entienden que la humanización está implícita en la propia asistencia sanitaria desde tiempo inmemorial y que no hace falta hablar sobre ella.

Pues no es así, sostiene con ímpetu Bermejo, que maneja indicadores propios para tratar de demostrar que la humanización no alcanza, ni muchísimo menos, a todo el sistema. Nivel de escucha, soporte emocional, manejo de la angustia espiritual son algunos de los términos que echa en falta en la gestión del día a día. Y concluye con seguridad: “La lamentación por la deshumanización es universal”. Lo dice alguien que lleva años viajando de un lado para otro, dando conferencias y cursos y palpando ese intangible que le falta a la mayoría de sistemas sanitarios.

La gestión, fuente inagotable de deshumanización
¿Qué causa la deshumanización? Bermejo también parece tenerlo medido. Las instituciones sanitarias son fuentes inagotables de deshumanización, incluyendo a políticos, gestores, administrativos, hospitales, centros de salud… En realidad, la gente se queja, nos quejamos amargamente del trato, de la relación profesional / paciente, que seguramente es tan mejorable por la mala situación laboral que viven sin casi distinción médicos, enfermeros, celadores y demás trabajadores. Todo influye y la deshumanización avanza en paralelo a los avances científicos y tecnológicos que tanto nos asombran.

La batalla por la humanización tiene un componente terminológico muy claro. Bermejo introduce algunos verbos que, de ser seguidos convenientemente, darían resultados inmediatos. Ablandarse, desenojarse, hacerse benigno, familiar, afable… Así sería imposible caer en la deshumanización.

La teoría está muy bien, aunque no seré yo el que diga que es solo teoría. No, tenemos que escuchar una y mil veces conceptos que creemos aprendidos pero que, en realidad, no compartimos ni tenemos interiorizados. Y eso sí, entre tanto, saber que la realidad es muy diferente, pero eso no implica que no podamos ir cambiándola, desde el ámbito de actuación de cada cual.

En la Comunidad de Madrid, una vez presentado el Plan de Humanización, el viceconsejero Manuel Molina ha anunciado la progresiva constitución de comisiones técnicas en hospitales y áreas de atención primaria, que irán trasladando a la práctica el contenido del documento, según las posibilidades, entusiasmo y habilidades de cada cual.

Otras autonomías presentes en la Jornada han expuesto sus interesantes experiencias en sentido similar, como el Plan Dignifica de Castilla-La Mancha, la Escuela de Salud de Aragón o las comisiones de humanización en la Región de Murcia. No cabe duda de que la humanización como propuesta ideológica está rompiendo esquemas políticos y que puede terminar, como sería deseable, alcanzando a todo el Sistema Nacional de Salud. Vamos a esperar que, en breve, la nueva ministra Dolors Montserrat pueda manifestarse al respecto o, incluso, el Consejo Interterritorial pueda abordar de alguna manera este asunto. Sería otro gran paso.
..Ismael Sánchez. Responsailidad Sociosanitaria

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