La curación de cáncer infantil supera ya el 80% de los casos que se diagnostica en España

La Sociedad Española de Oncología Radioterápica (SEOR) ha puesto sobre la mesa, con motivo de la conmemoración del Día Nacional del Cáncer de Niño, la importancia de la “protonterapia” para el tratamiento del cáncer infantil como un tratamiento seguro y menos agresivo para los niños. Lo ha hecho además partiendo de la premisa de que España carece de este tipo de unidades y apelando a la necesidad de ponerlas en marcha en el menor tiempo posible no sólo para dar cobertura a los casos de tumores en niños, sino también en la población adulta. En términos del Dr. José Javier Aristu, las ventajas que ofrecen los protones son un “aspecto especialmente importante en niños ya que son más vulnerables a padecer los efectos adversos tardíos en formas de alteraciones del crecimiento y desarrollo, alteraciones neurocognitivas y neuroendocrinas e inducción de segundos tumores”.

El haz de protones, la técnica más vanguardista para el tratamiento del cáncer infantil, es un tipo de radioterapia externa que utiliza protones en lugar de fotones. Los protones tienen una distribución dosimétrica peculiar de manera que una mayor proporción de tejidos y órganos sanos reciben una menor dosis de radioterapia. Según ha explicado el Dr. Aristu, la técnica y la forma de administrar el tratamiento no difiere sustancialmente con las técnicas de irradiación externa actuales aunque el coste de una unidad de protones es 10 veces más respecto a los aceleradores lineales de fotones.

El especialista en la materia de SEOR ha abordado asimismo las posibilidades reales que hay en España para adquirir unidades de protonterapia. “En España actualmente no existen unidades de protonterapia y se conoce que dos o tres instituciones están en una fase bastante avanzada de estudio para la instalación de protones”, ha declarado el oncólogo, quien ha precisado que “es probable que en el año 2020 exista alguna unidad de protonterapia en funcionamiento en España”.

El facultativo ha recordado que el cáncer infantil es una enfermedad con una alta probabilidad de curación. Actualmente más del 80% de los niños son curados y la tendencia de las curvas de supervivencia es que la tasa de supervivencia siga aumentando –hay que recordar que entre 1980 y 1984 la supervivencia fue el 54%-. Las innovaciones diagnósticas y terapéuticas incorporadas en la última década “han supuesto un avance importante para la curación de estos niños haciendo los tratamientos menos tóxicos, más seguros y eficaces”, ha precisado el Dr. Aristu.

El cáncer infantil más frecuente en niño es la leucemia, que cuenta con el 30% de los diagnósticos, y en el caso de tumores sólidos los más frecuentes son los originados en el sistema nervioso central (25%). En lo que respecta a su incidencia, cada año en España se diagnostican 1.100 nuevos casos de cáncer infantil.

El portavoz de SEOR en la materia ha incidido asimismo en que el conocimiento de nuevos factores moleculares pronósticos y predictivos han hecho posible optimizar el tratamiento del cáncer infantil evitando tratamientos innecesarios o en su caso ajustar o intensificar la dosis del tratamiento. Paralelamente con los avances observados en técnicas quirúrgicas y anestésicas para esta población de pacientes se han desarrollado nuevos fármacos dirigidos a dianas moleculares o fármacos inmunomoduladoras que están siendo testados en múltiples ensayos clínicos de pacientes pediátricos con cáncer.

Desde el punto de vista de la oncología radioterápica se han identificado pacientes en los que la irradiación puede obviarse o principalmente se ha podido disminuir la dosis y el volumen de radioterapia utilizando técnicas modernas y sofisticadas de irradiación externa o braquiterapia que minimizan los efectos adversos tardíos sobre los tejidos sanos.

La información a los niños es otro de los aspectos de los que se ha ocupado el doctor Aristu. Ha explicado asó que la información que se debe transmitir a un niño con cáncer depende de su edad y son sus padres los que toman las riendas de la gestión de la información. Los niños entre 2 y 6 años de edad comprenden qué es una enfermedad pero la relacionan con factores externos a ellos o por situaciones concretas que han experimentado -mal comportamiento, traumatismos). “Debemos preguntarle qué opina y siente de su enfermedad, explicarle la importancia del tratamiento, que su situación no es consecuencia de nada que haya hecho o imaginado, ser sinceros para que no desconfíen y explicarle la enfermedad con términos que él utiliza en su entorno de relación”, ha señalado.

Los niños de más edad (7-12 años) comprenden mejor su enfermedad y colaboran más con el tratamiento porque entienden que les va a mejorar. “Debemos informarles más detalladamente de su enfermedad y los tratamientos pero poniéndoles ejemplos prácticos relacionados con su vida normal (deportes). No debemos mentirles, tenemos que mostrarles el lado esperanzador de la curación de la enfermedad y normalizar sus miedos o preocupaciones”.

En los niños adolescentes puede emerger la ambivalencia frecuente en esa edad pero “tenemos que hacerles sentir adultos y partícipes de las decisiones que se tomen para su enfermedad. Comprenden la situación de su enfermedad y dan mucha relevancia a los síntomas y su imagen corporal”, ha concluido el doctor.

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