Internet y toda la información disponible son un claro ejemplo de la necesidad de legislar y educar sobre las fuentes de información. Las críticas al Dr. Google no cesan porque en muchas ocasiones los propios pacientes dan por válidas ciertas afirmaciones que no tienen ninguna base científica ni clínica. Sin embargo, la facilidad de acceso es suficiente como para que su uso esté cada vez más extendido.
La Telemedicina y las aplicaciones del móvil pueden seguir el mismo camino: información sin contrastar de una fuente sin contrastar. De hecho, ya se puede encontrar alguna, tanto en IOS como en Android, que sigue un algoritmo que mediante preguntas acaba emitiendo un diagnóstico. Por 20 euros ya puede ahorrarse un paciente acudir al médico, incluso en su lugar de vacaciones, porque un algoritmo te confirma si es gripe, alergia, hipertensión o amigdalitis y finalmente un médico, por videoconferencia puede rematar la consulta. El diagnóstico puede necesitar de una fotografía o de unas autopalpaciones y puede llegar hasta ofrecer una segunda opinión médica. En caso de dudas puede sugerir que el paciente acuda al hospital.
20 euros, pagados previamente, pueden estar dando pie al mayor intrusismo profesional legalizado. No hay manera de demostrar si el médico que está al otro lado es la persona que tiene la titulación correspondiente y si la autopalpación del médico es la correcta. Para estas aplicaciones la clínica no es más que un “algoritmo”.
La regulación está pendiente, y las autoridades, avisadas.
..Lola Granada
