Álvaro Lobato: “La Neurociencia aún no tiene una aplicación inmediata, pero estoy seguro de que la tendrá”

La Neurociencia avanza incansable y está revolucionando el conocimiento en sus distintas áreas y facetas. De hecho, hoy el prefijo “neuro” se está aplicando a diferentes disciplinas y actividades, en ocasiones de manera indiscriminada, como argumentan algunos expertos: Neuromarketing, Neuroeducación, Neuromanagement, Neuroeconomía, etc.

En el marco de los Ciclos de Gestión del Conocimiento llevados a cabo por el bufete DLA Piper, se ha celebrado en Madrid el Ciclo Neurociencia y libre albedrío: imputabilidad y responsabilidad, impartido por Álvaro Lobato, socio de la firma y Patrono Fundador de la Fundación para la Investigación sobre el Derecho y la Empresa (FIDE): No es un tema estrictamente jurídico pero tiene un gran interés para la vida cotidiana y las actividades profesionales”, matizó Lobato, quien añadió que: “Llegué a la Neurociencia por mi interés en el funcionamiento de los mercados financieros”.

La Neurociencia cuestiona la ecuación: Verdad-Libertad
El socio de DLA Piper comenzó su exposición haciendo alusión a la verdad y a la libertad, y afirmó que la Neurociencia cuestiona esa ecuación y el binomio: cuanto más conocemos, más libres somos. Mencionó a continuación al grupo de científicos de la Conferencia de Solvay de 1927, de cuyos avances y descubrimientos hoy depende hasta el 40% de la economía mundial, según argumentó.

La historia de la Neurociencia es muy dilatada y tiene su origen en el Dr. Santiago Ramón y Cajal y su descubrimiento de las neuronas con un Premio Nobel de Medicina en 1906. Sin embargo, hoy no cabe duda que el monopolio de la investigación sobre la revolución de la Neurociencia la ostentan los científicos norteamericanos, según afirmó Lobato.

Revolución neurocientífica: Las técnicas de exploración cerebral y el descubrimiento de la química del cerebro
Los dos hechos que constituyen el impulso de la revolución neurocientífica son: las técnicas de exploración cerebral: EEG-neuroimagen: TAC-IRMF-TEP; y el descubrimiento de la química del cerebro.

Además, los principales neurotransmisores que cabe mencionar en este contexto son: la dopamina, química de la voluntad; la oxitocina, hormona del amor; y el cortisol, conocida como la hormona del estrés.

Lobato hizo referencia al conocido “Test de las golosinas”, llevado a cabo por el psicólogo americano de la Universidad de Standford Walter Mischel y sus colaboradores, en los años 60, sobre un grupo de niños para el estudio de su capacidad de autocontrol. La conclusión fue clara: “La voluntad se ejercita mediante disciplina pero hay una carga genética esencial que condiciona las posibilidades”, recordó Lobato.

El conocimiento del cerebro: 100.000 millones de neuronas y 500 sinapsis por cada una
Como continuación a su exposición, el socio hizo una breve aproximación al conocimiento del cerebro, que consta de 100.000 millones de neuronas, 500 sinapsis por cada una de ellas, que supone un 2% del peso total del cuerpo, hasta un 20% de energía consumida y que no fue diseñado de una sola vez sino que, en sus millones de años de evolución, consta de varias fases.

A continuación, expuso tres mitos: “La tabla rasa”, “El buen salvaje” y “El fantasma en la máquina”. Y concluyó que: “El cerebro fabula: fabricamos historias y relatos. El cerebro interpreta la realidad, y esto tiene mucha relación con la memoria y los recuerdos, también en el contexto de las pruebas testificales”, agregó Lobato.

¿Podemos tomar una decisión al margen del cerebro material?
Otro de los puntos “fuertes” de la exposición vino de la mano de la definición del libre albedrío, entendido como la: “Creencia de que la conducta humana es una expresión de la libertad personal que no viene determinada por ninguna fuerza física, el destino o deidad alguna”, contó y, por lo tanto: “Según esta idea básica, podemos tomar una decisión al margen del cerebro material”. Algo, como es sabido y expuso Lobato, desmontado por la evidencia científica y los experimentos del Dr. Benjamin Libet, neurólogo estadounidense; y el científico John Dylan Haynes. “La concepción tradicional del libre albedrío es una ilusión del yo”, recordó Lobato y añadió que, evidentemente, este hecho tiene consecuencias en diversos ámbitos: ético, religioso y jurídico, entre otros.

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