El porcentaje del PIB dedicado a sanidad: un mal indicador comparativo

Hace unas semanas, en este mismo medio, se publicaba un comentario mío realizado en programa de radio Valor Salud en el cual afirmaba que comparar el gasto en Sanidad entre países en base al PIB es una falacia. Y me ratifico. De momento es un dato que mide la producción de un territorio, y varía en términos “per cápita”. El PIB es muy útil para medir la producción de una economía, pero por sí mismo y de forma aislada no es nada adecuado para medir el bienestar de la población o su desarrollo.

El PIB por sí mismo y de forma aislada no es nada adecuado para medir el bienestar de la población o su desarrollo

Es un mantra que se repite desde hace lustros con el fin de argumentar la necesidad de mayor o menor inversión de recursos económicos en el sistema. Y sin embargo carece de rigor, al menos si se realiza burdamente. Es, simplemente, una simplificación de una realidad compleja que lo reduce al absurdo. No era objeto del debate radiofónico mencionado, ni de esta reflexión, determinar si hace falta más o menos recursos, si no reflexionar sobre la necesidad de afinar el análisis.

Si se quiere comparar porcentajes de PIB nacionales es necesario “meter en la coctelera” todos los factores que explicarían una varianza mayor o menor, lo que complica tanto el mismo que no se si lo hace inviable o, al menos, altamente complejo. Algunos de esos factores que provocan efectos en el PIB necesario destinados a sanidad son:

  • El efecto de la eficiencia: es contradictorio afirmar que tenemos uno de los mejores sistemas sanitarios del mundo y no correlacionarlo con un gasto más eficiente, lo que supone, obviamente, hacer más con menos dinero.
  • El efecto de la actividad privada: que subvenciona al sistema público, reduciendo la demanda de actividad de este y con ello sus costes. En otras palabras, cada vez que un ciudadano decide acudir a un servicio privado, deja de hacerlo en el público, con la consiguiente reducción de gasto. Esta cuantía va a variar en función de la penetración de la privada y del efecto reductor del gasto público de la misma.
  • El efecto de la pirámide poblacional: Donde una mayor poblacional mayor de edad se relaciona con un mayor impacto de las patologías crónicas y, con ello, del gasto sanitario.
  • El efecto del desarrollo de los servicios sociales: que viene a reducir el gasto sanitario por posibilitar la descarga de lo sanitario en lo social.
  • El efecto del modelo organizativo: que impactan sobre las eficiencias y sobre la capacidad operativa. En definitiva, por el buen uso de los recursos y su intensidad necesaria. Las rigideces y la capacidad de adaptación a las demandas son determinantes, por tanto.

La comparación del PIB entre países es, cuanto menos, un sinsentido, salvo que se analice país a país estos factores y sus efectos

Por todo ello, y de manera muy resumida, la comparación del PIB entre países es, cuanto menos, un sinsentido, salvo que se analice país a país estos factores y sus efectos (entre otros), lo cual hace el ejercicio comparativo tremendamente complicado.
..Antonio Burgueño Jerez

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