..Juan Pablo Ramírez. Director de iSanidad.
Existe una curiosa manía en este país de dejarlo todo a medias. Dice el refrán que “lo que bien empieza, bien acaba”. Y no tiene por qué. Con el Plan Estratégico para el Abordaje de la Hepatitis C corremos el riesgo de que termine mal lo que tan bien comenzó. Lo más difícil está hecho. Más de 100.000 pacientes han recibido con éxito los antivirales. Se han tratado primero aquellos con fibrosis más avanzadas para después universalizar el tratamiento. Sería interesante si pudiéramos conocer los ahorros en trasplantes, medicamentos, ingresos hospitalarios, costes indirectos… Pero en un país tan poco dado a medir y comparar resultados es difícil conocer la realidad.
Nadie duda de que la parte del tratamiento ha sido un éxito. Organismos internacionales e incluso otros países de nuestro entorno así lo han reconocido. Era la parte más costosa, la adquisición de estos medicamentos innovadores. Se ha hecho una gran inversión para colocarnos en una situación inmejorable, un escenario en el que la hepatitis C sería erradicada en 2021, como ha planteado la Alianza para la Eliminación de las Hepatitis Víricas en España (AEHVE).
Se ha hecho una gran inversión para colocarnos en una situación inmejorable, un escenario en el que la hepatitis C sería erradicada en 2021
Sería una lástima si desaprovecháramos esta oportunidad. Podemos echar por tierra todo lo avanzado si no se desarrolla la parte del plan orientada al diagnóstico. Queda aún un trabajo ingente por hacer, que no es otro que la detección de la infección oculta. Solo hace unos días que el coordinador de AEHVE, el Dr. Javier García-Samaniego, recordó la necesidad de implantar cuanto antes el cribado poblacional. Existen dos estudios que lo certifican. El primero demostraba el coste efectividad en población de entre 45 y 49 años. El segundo se dirigía a los mayores de 20 años. Los hepatólogos se decantan por esta segunda opción. El cribado debe ir acompañado además de la implantación del diagnóstico en un solo paso –práctica que ya hacen el 38% de los hospitales- y el seguimiento de los pacientes en las prisiones y los grupos de riesgo.
El Ministerio de Sanidad y las comunidades autónomas parecen haber escuchado a los hepatólogos pero se están tomando su tiempo en la elaboración del registro que nos permita conocer la verdadera extensión de la enfermedad. Si el cribado permanece en el limbo nos encontraremos de repente con un rebrote de la enfermedad en 2030, límite marcado por la Organización Mundial de la Salud para la eliminación de las hepatitis víricas en todo el mundo. Como una gran bofetada nos golpearía una bolsa de 100.000 pacientes sin tratar que echaría por tierra el plan estratégico en España.