..Juan Pablo Ramírez.
..Cristina Cebrián (Fotografía y vídeo)
La psiquiatría ha experimentado una importante evolución en los últimos años. El psiquiatra y gerente del Hospital Universitario de Fuenlabrada, el Dr. Cralos Mur, destaca la evolución en el tratamiento de la depresión o el reto que plantea el trastorno del déficit de atención e hiperactividad (TDAH), en un contexto marcado por la reciente aprobación de la especialidad de psiquiatría infantil. En este entorno cambiante, el Dr. Mur insiste en que el psiquiatra debe adoptar un nuevo código de conducta que le permita avanzar en eliminación del estigma en estos pacientes.
¿Cómo han evolucionado los tratamientos para la depresión en los últimos años?
La depresión es uno de los aspectos de la psiquiatría que más ha evolucionado y que más ha logrado estar cerca del latinismo ‘restitutio integrum’ de otras especialidades médicas o sobre todo quirúrgicas; es decir, a recuperar no solo el estado anímico o una serie de patrones psicopatológicos, sino también la recuperación de una funcionalidad, de una vida con una calidad determinada, con una vida laboral, con un posicionamiento personal claro. Ha evolucionado mucho, tanto por el desarrollo de las moléculas de los nuevos antidepresivos en las vías glutamatérgicas, en las vías noradrenérgicas, que han supuesto un paso muy brillante, más allá del inhibidor selectivo de recaptación de serotonina o de los duales, que en su momento fueron de alto impacto, como la venlafaxina o la duloxetina. Se ha complementado muy bien con la modernización de la terapia electroconvulsiva, de la magnetoencefalografía. En fin hay una serie de cuestiones que están aportando mucho junto a las psicoterapias que realmente funcionan para recuperar al paciente depresivo.
Con la crisis económica ha aumentado la prescripción de antidepresivos, ¿puede haber cierto abuso ante la sobrecarga que hay en las consultas?
Probablemente sí, sobre todo porque la crisis económica y también socioeconómica que hemos vivido y que muchas familias siguen viviendo en los últimos años ha colaborado en la evolución del famoso trastorno adaptativo, que con síntomas de ansiedad y depresión, ha contribuido a llenar las consultas primero en atención primaria y posteriormente en hospitalaria y en los centros de salud mental. Es verdad que la prescripción de un ansiolítico o de un antidepresivo es una salida fácil, que se ha dado muchas personas en una situación de precariedad económica, de precariedad de empleo, con un impacto importante y con una falta de adaptación, que probablemente no van a solucionar la causa de origen sino que van a producir un alivio sintomático. ¿Qué se abusa de ellos? Es probable que sí.
“La prescripción de un ansiolítico o de un antidepresivo es una salida fácil, que se ha dado muchas personas en una situación de precariedad económica, probablemente no van a solucionar la causa de origen sino que van a producir un alivio sintomático”
La sección de Psiquiatría de la Unión Europea de Médicos Especialistas ha publicado las nuevas competencias del psiquiatra, ¿Qué es lo que realmente cambia?
Lo que cambia realmente es la orientación más transversal y holística que el psiquiatra debe tener para asumir el tratamiento de una persona con un trastorno mental. En el sentido de que el trastorno mental o la patología relativa al sistema nervioso central no es algo aislado del resto de órganos y sistemas. Y que evidentemente es una cuestión que aparte de su origen genético y biológico tiene unas causas psicosociales que no se pueden desdeñar. Es verdad que en nuestra especialidad hay variables que probablemente tienen más importancia que en otras enfermedades, que reclaman un profesional que practique la empatía, que cultive la resiliencia, que sea capaz de hacer una aproximación humana y humanizadora en la asistencia sanitaria y una serie de competencias que probablemente hacen cambiar la concepción de un paciente psiquiátrico, sino de una persona que tiene un trastorno mental, que en cualquier momento de nuestras vidas y en término de prevalencia así se establece, todos y cada uno de nosotros podemos llegar a padecer.
¿Cómo puede luchar el psiquiatra desde la consulta contra el estigma de estas enfermedades?
Lo primero que tiene que hacer un psiquiatra o un profesional de la salud mental es trabajarlo con el paciente desde la consulta. La desestigmatización comienza por el principal interesado, por aquella persona que se ve disminuida con respecto a sus semejantes, a sus familiares, a sus vecinos o de sus compañeros de trabajo por el hecho de haberle sido diagnosticado un trastorno mental. Por aquella persona que tiene un trastorno mental y tiene que pedir un permiso laboral para asistir a una consulta con psiquiatría, cuestión que creo que hasta el momento no ocurre ni con pediatría, ni con endocrinología, ni con cardiología ni con otra especialidad médica. Primero hay que trabajar con esa persona, que se siente disminuida frente a las demás. Creo que hay que hacer mucho trabajo con el resto de profesionales sanitarios y con los colegas de otras especialidades, que muchas veces pueden contribuir sin ningún tipo de intención, a la estigmatización de la persona con una enfermedad mental. Hay que cambiar el código de comunicación. Es muy importante el qué decimos y cómo lo decimos. A veces el uso de nomenclaturas y términos totalmente desfasados y que no hacen sino contribuir a discriminar a una persona con enfermedad mental deben ser erradicados. Los primeros que debemos adoptar un código de conducta y una forma de expresarnos son los profesionales de la psiquiatría.
“En nuestra especialidad hay variables que probablemente tienen más importancia que en otras enfermedades, que reclaman un profesional que practique la empatía, que cultive la resiliencia, que sea capaz de hacer una aproximación humana y humanizadora en la asistencia sanitaria”
Comentaba también la colaboración con otros especialistas, ¿Cómo se está trabajando con los psicólogos?
Si algo aporta a la salud mental y el contexto de tratamiento del trastorno grave y duradero es el trabajo multidiscilplinar. Cuando se ha trabajado desde el ambulatorio, desde la prevención y la promoción de la salud mental, desde una perspectiva multidisciplinar en el que cada uno tiene claramente definido el rol que tiene el psicólogo clínico, la enfermera gestora de casos, con el trabajador social… En definitiva, con todas las personas que están en torno al paciente es donde se consiguen los mejores resultados. Añadiría además el concurso imprescindible de los familiares del paciente y aquello de cuidar al cuidador es también fundamental.
Se acaba de aprobar la especialidad de psiquiatría infantil, ¿Cómo deben colaborar en estos casos los especialistas?
Aquí hay una experiencia de larguísimo recorrido de muchísimos profesionales formados en el extranjero que han sido pioneros en la paidopsiquiatría. Y luego es evidente que el papel del neuropediatra, en muchos trastornos a caballo entre la neurología y la psiquiatría en edad infantil, ha contribuido a crear un precedente importante. Yo creo que el rol es muy claro y, al igual que el médico de familia, supone el primer abordaje, diagnóstico y tratamiento del caso para su posterior derivación a salud mental, el pediatra debe y puede sostener aquellas competencias para detección precoz para hacer la derivación al psiquiatra. Creo que indudablemente el despistaje orgánico es algo fundamental para ver qué cuestiones están pudiendo llevar al niño o a la niña a sufrir algún tipo de trastorno y posteriormente el trabajo tiene que ser desde la continuidad asistencial y la coordinación continua como no puede ser de otra manera, sobre todo en un contexto en el que parece que la incidencia y la prevalencia de trastornos de psiquiatría infantil están incrementándose.
Uno de los principales retos es el abuso del alcohol en menores
Hay varios, pero todo lo relacionado con las conductas adictivas, incluso con el desarrollo precoz de patología dual, un trastorno mental como puede ser la ansiedad, la depresión o la psicosis asociadas a un consumo en exceso o una dependencia está siendo muy preocupante, pero sobre todo por la edad tan temprana de inicio. El patrón de consumo está cambiando en dos cosas. La primera en un inicio más precoz de determinadas sustancias, no solo de alcohol. Y la segunda, la formulación por la cual se conusme, el atracón, el botellón, más propio de países anglosajones que estamos reproduciendo en estos momentos. Y eso además de las consecuencias a nivel digestivo, orgánico en general, no cabe dudas que para niños y niñas con un sistema nervioso central todavía en formación tiene consecuencias a nivel psiquiátrico.
“Estamos en un contexto en el que parece que la incidencia y la prevalencia de trastornos de psiquiatría infantil están incrementándose”
¿Cómo se puede trabajar en la prevención desde la consulta?
Creo que ante todo debemos trasladar un poco el foco. Desde la consulta se pueden hacer un gran número de maniobra de prevención y sobre todo el pediatra tiene una enorme responsabilidad, pero donde realmente hay que poner el foco e invertir es en edad temprana. Entre los tres y los seis años de edad es cuando todo niños a desarrollar sus redes neuronales y el aprendizaje es máximo y en aquel momento es donde determinadas conductas o pautas que van a marcar esa adicción sientan las bases. Es donde realmente tenemos que intervenir.
El Gobierno de Aragón acaba de publicar una guía sobre el trastorno del déficit de atención e hiperactividad (TDAH), ¿qué retos plantea?
El TDAH plantea muchísimos retos y sobre todo ha estado en el centro de la polémica desde hace mucho tiempo. El Gobierno de mi querida tierra ha presentado recientemente esta guía sobre el TDAH, pero es verdad que ha estado muy presente en la estrategia de salud mental del SNS. Ha habido muchos estudios que hablan en algunos casos de sobrediagnóstico, en otros, de un mal diagnóstico, y probablemente de un tratamiento no suficientemente precoz, pero yo creo que los retos fundamentales que plantea el TDAH son dos. El primero el hacer un buen diagnóstico, el poner la etiqueta de TDAH en un niño que realmente lo es y descartar aquellos que no lo son. En segundo lugar, en aquellos casos de TDAH realmente confirmados, es muy importante no perderles en la transición a la edad adulta. Parece mentira pero en esos 18 años, que no 14, cuando pasan al sistema de salud mental de adultos hay muchos casos que se pierden. Luego evolucionan además hacia un TDAH del adulto mal confirmado que puede ser la base para la evolución hacia otros trastornos psiquiátricos, incluso comportamientos antisociales. Hay estudios epidemielógicos recientes como el de la Universidad de Oviedo que hablaba de un 6% de población escolar con diagnóstico de TDAH. Realmente las cifras asustan y lo que realmente nos tendría que plantear es hacer un buen cribado y sobre todo contra con la colaboración de la familia y de los educadores que son con los que comparten más horas al día con el niño o niña. Cero que trabajar conjuntamente con los profesionales de la educación, tanto de primaria como de secundaria, es absolutamente básico.