..Cristina Cebrián.
Uno de los grandes retos para la investigación de las enfermedades mentales como la esquizofrenia es la heterogeneidad “extrema” que presentan cientos de subtipos biológicos de esta enfermedad. Así lo aseguró el profesor Henry Nasrallah, del Departamento de Psiquiatría y Neurociencia comportamental de la Escuela de Medicina de la Universidad de San Luis en EE.UU, durante el encuentro ‘Nuevos Tiempos’, que organizó Janssen Pharmaceutical Companies of Johnson & Johnson en Calpe (Alicante).
En nuestro país alrededor de 600.000 personas la padecen y esto representa entre un 0,8 y un 1,3% de la población total
La esquizofrenia es un trastorno mental crónico que acarrea una distorsión del pensamiento y que afecta gravemente a la forma en que una persona piensa, siente y se comporta. En nuestro país alrededor de 600.000 personas la padecen y esto representa entre un 0,8 y un 1,3% de la población total. Con respecto a los últimos avances en el conocimiento del campo de la neurobiología de la psicosis, el profesor Nasrallah destacó los avances genéticos, el conocimiento de la neurotoxicidad de la psicosis y la disfunción mitocondrial en esquizofrenia; el papel de la neuroprotección con antipsicóticos atípicos de nueva generación y la constatación de la alta mortalidad que se produce en los cinco primeros años tras un primer episodio psicótico.
Otro de los aspectos destacados de esta patología es la edad del paciente, pues se han observado diferencias neurobiológicas en pacientes psicóticos, por lo que “la esquizofrenia en niños menores de 10 años es la más grave y difícil de tratar; hay un mejor pronóstico en pacientes mayores de 25 años, especialmente en mujeres; y las mujeres mayores de 60 años tienen una probabilidad de psicosis significativamente más alta que los hombres a esa edad”, explicó Nasrallah.
Henry Nasrallah: “La esquizofrenia en niños menores de 10 años es la más grave y difícil de tratar”
Adherencia al tratamiento
La medicación resulta crucial en el tratamiento de la esquizofrenia y para controlar los síntomas de la enfermedad, de forma que el paciente pueda llevar una vida normalizada con una calidad suficiente. En este sentido, el uso de de antipsicóticos de última generación inyectables de larga duración (ILD) y de administración trimestral supone un cambio notable en la terapia. Se trata de una opción terapéutica muy importante en fases iniciales de la enfermedad y que hace 15 años no se consideraba como una opción.
Un tratamiento efectivo a largo plazo se basa en la prevención de recaídas para mejorar la recuperación funcional y frenar el deterioro del paciente
Precisamente, la adherencia al tratamiento es otro de los temas que se abordaron en el simposio de Calpe. El profesor Luis Rojo, catedrático de Psiquiatría de la Universidad de Valencia y jefe de Sección de Psiquiatría Infanto-Juvenil y Trastornos de la Conducta Alimentaria del Hospital Universitario y Politécnico La Fe de Valencia, afirmó que un tratamiento efectivo a largo plazo se basa en la prevención de recaídas para mejorar la recuperación funcional y frenar el deterioro del paciente.
Por otro lado, también resultan claves en este sentido los programas psicoeducativos, la disminución del consumo de sustancias y la utilización de nuevos tratamientos, como los inyectables de larga duración. “Los tratamientos inyectables de larga duración favorecen el cumplimiento, facilitan que el paciente se mantenga estable y que no haya neurotoxicidad cerebral como consecuencia de la propia enfermedad”, aseguró.
Luis Rojo: “La psicoeducación, centrada en incrementar la conciencia de enfermedad, también ayudaría a reducir la estigmatización social y a acortar el actual retraso en el diagnóstico”
Pacientes con sintomatología afectiva
Para abordar de manera integral al paciente con sintomatología afectiva se suelen combinar estabilizadores del ánimo y en muchos casos, antipsicóticos para que no haya descompensaciones y así evitar recaídas. La medicina personalizada resulta fundamental tal y como indicó el profesor Rojo, ya que “el abandono del tratamiento farmacológico es muy frecuente, de modo que mejorar la adherencia, utilizando fármacos con buen perfil de tolerabilidad y con posologías cómodas, es fundamental para conseguir un mejor pronóstico de la enfermedad. La psicoeducación, centrada en incrementar la conciencia de enfermedad, también ayudaría a reducir la estigmatización social y a acortar el actual retraso en el diagnóstico”.
El cannabis empeora claramente la adherencia, por lo que los pacientes consumidores se benefician claramente de los antipsicóticos inyectables de larga duración
Las alteraciones afectivas pueden estar presentes en los trastornos depresivos; en los trastornos bipolares (son la sexta causa de discapacidad a nivel mundial y en España los padecen más de un millón de personas); y en los trastornos esquizoafectivos, que tienen una prevalencia del 0,3% a nivel mundial.
Por último, el especialista recordó que muchos pacientes con síntomas afectivos utilizan cannabis como forma de automedicación de los síntomas depresivos. El cannabis empeora claramente la adherencia, por lo que los pacientes consumidores se benefician claramente de los antipsicóticos inyectables de larga duración. “Estos antipsicóticos también funcionan en pacientes del polo maníaco o hipomaníaco, incumplidores con el tratamiento oral, y en pacientes con trastorno bipolar en casos de adherencias parciales, polaridad maníaca, mala tolerancia o resistencia a estabilizadores del ánimo, así como con mal curso de la enfermedad por abuso de tóxicos o cicladores rápidos”, concluyó el profesor Rojo.