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El tabaco es el causante de un daño importante sobre el medio ambiente pero ni los fumadores, ni los consumidores, ni los responsables de políticas ambientales conocen este impacto. Es una de las advertencias que realiza la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR) en un editorial publicado en Archivos de Bronconeumología, revista de la sociedad científica, a partir del posicionamiento de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
El Dr. Carlos Andrés Jiménez Ruiz, presidente de SEPAR, y por los neumólogos José Ignacio de Granda y Segismundo Solano-Reina, miembros del Área de Tabaquismo de SEPAR, avisan en este editorial que para combatir este efecto medioambiental, se requieren estrategias definitivas y mantenidas y “la toma de conciencia es quizás la acción más importante que se debe emprender”.
Dr. Carlos Andrés Jiménez Ruiz, presidente de SEPAR: “La toma de conciencia es quizás la acción más importante que se debe emprender”
Los autores se basan en un informe de la OMS sobre “el cultivo, curado, producción, transporte y distribución, tabaco de tercera mano (TTM) y cuarta mano (TCM)”, donde se pone de manifiesto que las plantaciones de tabaco y su curado posterior tienen un innegable impacto en el terreno, en la agricultura, en los bosques, en el medio ambiente en general y en la salud de quienes lo cultivan.
Daño sobre el medio ambiente
La planta del tabaco necesita grandes cantidades de productos químicos y reguladores del crecimiento, lo que resulta nocivo para el medio ambiente, empobrece el suelo, conduce a la desforestación y perjudica la salud de los granjeros locales de países subdesarrollados, señalan los autores en el texto.
La contribuye a un aumento de emisiones de CO2, el cambio climático, la pérdida de biodiversidad, la desertización, el aumento de la erosión del suelo, que disminuye su fertilidad y producción y que altera el ciclo del agua. “Tanto el cultivo del tabaco como su curado se encuentran asociados a una agricultura destructiva para el medio ambiente en países pobres y en vías de desarrollo. Aunque parezca que una plantación de tabaco reporta beneficios a los granjeros locales, en realidad se ha visto que las granjas dedicadas al cultivo del tabaco no son rentables y que la exposición mantenida a la planta del tabaco perjudica la salud de los granjeros, que acaban desarrollando la enfermedad del tabaco verde”, explica el Dr. Carlos A. Jiménez Ruiz. Esta enfermedad se caracteriza por síntomas como náuseas, vómitos, cefalea, debilidad muscular y vértigo.
La enfermedad del tabaco verde se caracteriza por síntomas como náuseas, vómitos, cefalea, debilidad muscular y vértigo
Además, el uso de pesticidas, como el dicloro difenil tricloroetano (DDT), y otros contaminantes orgánicos persistentes, prohibidos en países desarrollados tienen efectos en la salud, por exposición crónica, incluso en las personas que no cultivan directamente el tabaco. Algunos de estos efectos son trastornos en el nacimiento, tumores, cambios genéticos, desórdenes endocrinos, sanguíneos, neurológicos y psiquiátricos, según se detalla en el editorial.
Algunos de estos contaminantes son el tabaco de tercera mano o TTM, que son residuos químicos en un ambiente cerrado del tabaco de segunda mano (TSM), o corriente secundaria del tabaco. Algunos componentes del TTM son las nitrosaminas, metales tóxicos, alcaloides, productos de la combustión orgánica y componentes volátiles orgánicos que aún pueden reaccionar con otros, volverse más tóxicos y dar origen a partículas ultrafinas con capacidad para penetrar en los pulmones y ser altamente nocivas para la salud.
Todos estos residuos químicos se acumulan en el polvo, las superficies, los objetos o las cortinas. Este TTM tiene un efecto negativo sobre el entorno y la calidad del aire que se produce cuando reacciona y entra en contacto con oxidantes y componentes del ambiente, logrando contaminantes secundarios y, cabe destacar, que la polución se mantiene hasta seis meses después de dejar de fumar, según destaca el Dr. Segismundo Solano. La población más vulnerable al TTM son los niños “por su inmadurez inmunológica, desarrollo incompleto y tiempo de exposición al TTM” y, en España, se ha visto que hay un aumento de riesgo de cáncer en niños expuestos al TTM, alerta el editorial.