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La esclerosis múltiple (EM) es una de las patologías que han vivido una revolución en su abordaje en los últimos años y grandes avances. La investigación biomédica ha dado nuevas opciones terapéuticas para esta enfermedad de causa desconocida.
Algunos de los síntomas más frecuentes son debilidad muscular, hormigueo, poca coordinación, fatiga, pérdidas de equilibrio, alteraciones visuales, temblor, rigidez muscular, trastornos intestinales o urinarios, trastornos de la función sexual, sensibilidad al calor y alteraciones de la memoria. Pero no todas las personas que la padecen los desarrollan y en otras pueden aparecer otros. Por eso se la conoce como la enfermedad de las mil caras.
La llegada en 1995 del primer fármaco para esta enfermedad fue el paso inicial para la carrera de fondo que está viviendo la investigación farmacológica. Los grandes avances en esclerosis múltiple desde entonces han propiciado que haya un amplio arsenal de nuevos medicamentos destinados a retrasar la progresión de EM. Se trata de prevenir recaídas y controlar los síntomas de manera efectiva.
Los grandes avances en esclerosis múltiple han propiciado que haya un amplio arsenal de nuevos medicamentos destinados a retrasar la progresión de EM
Las compañías farmacéuticas han hecho un esfuerzo para que estos fármacos sean cada vez más eficaces, seguros y fáciles de usar. Esto implica una mejora del cumplimiento de los tratamientos por parte de los pacientes. Según las últimas cifras que maneja la patronal americana de la industria farmacéutica, Phrma, hay 40 medicamentos en desarrollo para tratar la EM. Ofrecen una oportunidad aún mayor de transformar las opciones de tratamiento. En España, según la AEMPS, hay 69 ensayos clínicos en marcha en centros españoles.
Los fármacos inmunomoduladores parecen constituir la alternativa terapéutica más eficaz de que se dispone actualmente. Estos fármacos consiguen reducir los brotes de la enfermedad en número y gravedad, y retrasan su progresión. Aunque también se trabaja en medicamentos neuroprotectores, neurorreparadores o células madre.
Actualmente, la investigación desde los laboratorios se ha enfocado a satisfacer las necesidades de pacientes con la forma progresiva de EM, la menos prevalente de los tipos que existen (la más frecuente es la esclerosis múltiple recurrente-remitente, que tiene una incidencia del 85%). Un ejemplo de esta investigación son los anticuerpos dirigidos a una proteína involucrada en esta patología que inhibe la producción de mielina, y que demuestran un potencial significativo para todos los pacientes afectados por esclerosis múltiple, incluidos los diagnosticados con la forma progresiva de la enfermedad.