Ya han comenzado las dimisiones en el ICOMEM

Alfonso González
La actitud errática y si rumbo que lleva el Colegio de Médicos de Madrid en los últimos meses ha desembocado en una completa división en el equipo directivo que lejos de esconderse se hace público sin ningún tipo de pudor, como si no fuera un problema. La falta de liderazgo de Sonia López está dejando una huella que no debería haber existido en la historia del Colegio. Echada en manos de unos asesores pagados con el sueldo de todos los colegiados está guiando el barco hacia donde nadie le ha pedido, como si se tratara de un proyecto personal del que no tuviera que dar cuentas a nadie, lo que dice y lo que hace no coinciden. 

Hace varios meses que los miembros del equipo están más pendientes de su salida que de sus actividades. Hace tiempo, en diferentes foros privados ya se hablaba de las diferentes dimisiones como la del Dr. Lobo, jefe de Servicio de Cirugía general del Hospital Ramón y Cajal y  vocal de hospitales, o la del Dr. González Lama, gastroenterólogo del Hospital Puerta de Hierro  y vocal de médicos de ejercicio libre,  pero es un hecho que todavía no se había producido. 

Finalmente ya se han hecho efectivas, aunque se mantiene un inexplicable silencio al respecto, las dimisiones de la Dra. Patricia Valencia, vocal de atención primaria, la semana pasada, la Dra. Carolina Imedio, vocal de médicos rurales y finalmente también el Dr. Lobo. 

Roberto Galvache, miembro del equipo y habitual de los plenos de la junta directiva también ha abandonado un barco que va a la deriva.
 
Con estas dimisiones el Colegio se encuentra en una situación regulada pero insostenible porque Atención Primaria y Hospitales son las vocalías que representan al mayor número de colegiados, y están vacantes. Todavía no se han comentado oficialmente ni se ha hecho cargo de las vocalías ningún otro miembro de la Junta tal como dicen los estatutos. Como en otros tantos temas importantes la dirección del Colegio no actúa. 

Un colegio sin liderazgo
Sonia López ha vinculado su presidencia a la permanencia en el Colegio de Antonio Mora, Director Gerente en los primeros seis meses y actualmente con un cargo remunerado y con funciones no aclaradas. Dejando de lado la actividad del resto de la junta y sin comunicación fluida entre ellos, la principal preocupación de la presidenta parece ser la remuneración y las funciones de este amigo personal. La desilusión del cuerpo colegial es total y la aprobación por su gestión está quedando reducida a la nada, no tiene apoyos dentro de su Junta ni en la colegiación. 

En los momentos más duros para la colegiación de los últimos 20 años, en los que se necesita una institución fuerte, que lidere las sensibilidades laborales, profesionales, científicas, educativas y políticas para ser el referente de la colegiación y defender una profesión que ha perdido cerca del 25% de su poder adquisitivo, que ha perdido el liderazgo social de hace unos años y que está siendo devastada por una crisis económica sin precedentes, la presidenta está actuando al margen de su equipo y creando la mayor indiferencia posible entre los colegiados, que lejos de mejorar su percepción del colegio lo consideran una institución con un rancio valor propio de su actual ineficiencia.

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