Cada vez más expertos alertan sobre los peligros de las redes WiFi y recomiendan como mínimo apagarlo durante la noche

La Agencia de Protección Sanitaria de Gran Bretaña presentó en 2007 un estudio a través del cual se confirmó por primera vez que “la radiación de microondas en el rango de frecuencia de WiFi causa cambios de conducta, altera las funciones cognitivas, activa la respuesta de estrés e interfiere con las ondas cerebrales”.

Desde entonces, han sido numerosos los debates que han nacido en torno a esta cuestión. Durante las primeras investigaciones, la Organización Mundial de la Salud (OMS) no reconoció los efectos adversos en la salud poblacional, manifestando que este tipo de ondas no eran peligrosas. No obstante, con el tiempo ha clasificado oficialmente este tipo de radiaciones como “posible cancerígeno” para nuestra salud.

En la actualidad, diversos estudios y especialistas han confirmado la relación entre el uso del teléfono móvil y largas exposiciones a las radiaciones WiFi con diversas enfermedades y patologías, como “la psoriasis, eccemas o dermatitis”, según explica el Grupo de Investigación del Instituto de Investigación Marqués de Valdecilla. El Dr. Gandarillas, responsable de dicho grupo, indica que las ondas electromagnéticas que nos rodean en cafeterías, hoteles, en casa y en “todos los sitios”, al margen de las que transportamos con nosotros, como el teléfono móvil, “podría tener que ver con el incremento de alteraciones del sistema neurológico”.

Durante su curso sobre ‘Nuevas tecnologías en salud de la piel’, el Dr. Gandarillas lanzó un mensaje a las Autoridades de la Salud y a la Administración Nacional para regular el uso de ondas electromagnéticas y para difundir información que conciencie al ciudadano sobre los efectos de las “nuevas tecnologías”, para que “por lo menos el consumidor lo sepa, piense en ello y quizá haga un uso más racional de ellas”.

Además, recordó el gran interés económico que existe en torno al mercado de las nuevas tecnologías. Por ello, explica que encontrar financiación que estimule la investigación de estos procesos “es realmente muy difícil”.

No obstante, son muchos expertos y profesionales los que debaten en torno al ámbito sanitario y medioambiental, quienes preocupados por el tipo de acción que ejercen dichas ondas en nuestro organismo, difunden información sobre sus efectos. El abogado ambientalista Agustín Bocos ha explicado recientemente en una entrevista concedida al medio ‘El Confidencial’ que “hay estudios que relacionan la hiperactividad, las cefaleas y el mal dormir infantil con estas ondas”. Considera que “lo mínimo” que se debe hacer es apagar el WiFi por la noche, y recomienda la utilización de internet con cables, añadiendo “para qué correr riesgos, si existen tecnologías alternativas sin riesgo”.

El especialista explica que la contaminación electromagnética se está incrementando “a pasos de gigante” en muy poco tiempo, recordando que “no sabemos qué va a pasar, y probablemente lo sepamos cuando las consecuencias sean irreversibles”.

Recuerda que respecto a la regulación de los niveles de radiación permitidos en las distintas áreas geográficas, se encuentran grandes contrastes, “como decir que en un lugar se puede ir a 200 km/hora y en otro a 100.000”, ya que “España permite 400 micro-vatios por centímetro cuadrado, con contrastes regionales como Castilla-La Mancha con un 0,1 de permisión y Cataluña con un 200”. Además, en países como Nueva Zelanda se permite el 0,01 y en Nueva Gales del Sur un 0,001.

También el vicepresidente de la Fundación para la Salud Geoambiental, Fernando Pérez ha mostrado su preocupación sobre las medidas legislativas en relación a dichos límites. Recuerda que en países como Francia se están eliminando las redes WiFi en bibliotecas, colegios y lugares públicos, mientras que “en España la legislación data desde año 2001 y establece unos límites máximos que son 4.000 veces superiores a los recomendados por los estudios actuales”.

Así, los estudios indican que la exposición prolongada a redes WiFi, así como las redes inalámbricas que se encuentran expuestas en torno a los Smartphones y las que proceden de ellos, aceleran considerablemente el envejecimiento del organismo.

La compañía médica ‘Sanitas’ publicó recientemente unas pautas para el cuidado de la piel, asegurando que una exposición prolongada a ondas WiFi “crea una red a nuestro alrededor que aumenta el estrés oxidativo, volviendo nuestra piel más opaca y menos tersa, acelerándose el proceso de envejecimiento”.

Dicha compañía asegura que la exposición a dispositivos con WiFi hasta 2 horas antes de irnos a dormir, disminuye los niveles de melatonina en sangre, alterando nuestros ritmos biológicos, lo que genera mal descanso.

La radiofrecuencia de los teléfonos móviles e inalámbricos, así como de las torres de telefonía móvil y de las redes WiFi, emiten radiación que afecta a las personas que se encuentran dentro de su rango de acción.

Otro estudio promovido por la Organización Mundial de la Salud (OMS), denominado ‘Interphone’ y publicado en la revista ‘International Journal of Epidemiology’, levanta también sospecha sobre la estrecha relación entre los niveles de radiación y el desarrollo de tumores cerebrales. La investigación llevada a cabo en junio del año 2012, indicaba que “por cada 100 horas de uso de teléfono móvil, el riesgo del tumor cerebral, meningioma, aumenta en un 26%”.

Además, el vicepresidente de la Fundación para la Salud Geoambiental ha recordado que las personas más vulnerables, junto con las embarazadas, son los niños, explicando que “todos los estudios epidemiológicos han demostrado efectos reales en las radiaciones en la salud y el desarrollo de los niños”.

Recuerda que existen “informes científicos” que afirman que las redes WiFi son totalmente inofensivas, pero no hay que olvidar que la mayor parte de dichos informes están financiados por la ‘Alianza WiFi’, una asociación que representa a la industria de WLAN, compuesta por más de 200 grandes compañías tecnológicas.
..Débora Rey

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