El empleo de células madre para tratar la esclerosis múltiple (EM) tiene ya un amplio recorrido en ensayos preclínicos y clínicos. De momento, los resultados no son tan espectaculares como se esperaba o, mejor dicho, como anunciaban los más entusiastas defensores de la medicina regenerativa. No obstante, los logros son indudables, sobre todo en el terreno de la inflamación. En la neurodegeneración, los resultados concuerdan con los de los nuevos (algunos ya no tanto) fármacos: aún no se ha conseguido una terapia con un claro efecto neurorregenerador. La avanzadilla de los ensayos está constituida por estrategias con células madre hematopoyéticas y mesenquimales. El equipo de Albert Saiz, consultor senior de Neurología del Hospital Clínico de Barcelona, ha participado en ambos tipos de estudios. En su opinión, las dos opciones tienen ventajas e inconvenientes. El empleo de células madre mesenquimales “es más fácil; basta con hacer un aspirado de médula ósea de cresta ilíaca y no se precisa quimioterapia. Las células del paciente se separan, se cultivan, se expanden y se administran, sin que se hayan registrado problemas de seguridad”, señala. (Diario Médico)