Hora de poner fin a la mamografía rutinaria

La comunidad médica se enorgullece de ser la impulsora de la toma de decisiones importantes. Sin embargo, cuando la evidencia prueba lo contrario a la práctica médica arraigada, es complicado llevarlo con el mismo orgullo. Tal es el caso de las recomendaciones de mamografías de rutina. Todos los datos disponibles apuntan hacia un daño neto significativo, al final mucho más riesgoso que beneficioso, producido por la mamografía de rutina. Según Eric Topol, columnista de Medscape votado como el médico más influyente de Estados Unidos en 2012, si estuviéramos hablando de un medicamento, la Food and Drug Administration (FDA) nunca lo aprobaría. El año pasado, la Junta Médica de Suiza, después de revisar todos los datos, recomendó la abolición de la mamografía.

Sin embargo, la semana pasada, la Preventive Services Task Force americana (USPSTF) publicó un nuevo borrador sobre las recomendaciones con respecto a quién debe someterse a exámenes y con qué frecuencia. No apoyan en absoluto el control rutinario para mujeres menores de 50 o mayores de 74 años. Pero la recomendación para las mujeres de entre 50 y 74 años es someterse a una mamografía cada 2 años. Nunca se ha realizado un estudio a gran escala de mamografías realizadas cada 2 años, por lo que la base para establecer la periodicidad de la revisión es cuestionable. Por otro lado, sí hay abundantes datos de cribado anual y no recibe en absoluto el apoyo necesario para continuar con esta práctica.

Una evaluación sistemática basada en toda la evidencia disponible desde 1960 a 2014 mostró que de 10.000 mujeres de 50 años, que fueron evaluadas anualmente a lo largo de una década, sólo hay 5 cuya muerte por cáncer de mama pudo prevenirse. Sin embargo, hubo más de 6.100 mujeres que obtuvieron resultados de falsos positivos de las pruebas, hecho que irremediablemente conduce a imaginarse escenarios que no son y a realizar procedimientos de biopsia innecesarios. Esta tasa de falsos positivos> 60% es un indicador de una prueba muy pobre con respecto a la precisión, por supuesto sin contar con el gran número de víctimas de la confusión emocional que generan esos fallos.

¿Y qué pasa con todas las biopsias que se realizan en general? Un estudio reciente también destacó otro nivel de imprecisión: la interpretación de las biopsias por patólogos cuando hay acuerdo entre tres expertos acerca de la presencia de cáncer de sólo el 75% de las veces. Añadido al daño neto de la mamografía es el sobrediagnóstico, que se produce en el 20% -30% de las mujeres que tienen un resultado anormal, pero en quienes el cáncer no sería evidente a menos que se hubiera llevado a cabo dicho análisis.

Sin embargo, estas mujeres a menudo se someten a la cirugía y reciben quimioterapia o radiación (o una combinación de todos estos tratamientos), a pesar de que hay poco o ningún impacto en el pronóstico. Estas personas suelen creer que sus vidas se han salvado a pesar de que los datos señalan lo contrario. Un estudio de Harvard publicado en la edición actual de la revista Health Affairs demostró que el costo de estos estudios provenientes de los falsos positivos y el sobrediagnóstico era, aproximadamente, de 4 mil millones de dólares (3 mil millones y medio de euros) al año.

Es el momento de reiniciar la búsqueda de un método para detectar el cáncer de mama. Hasta ahora, el uso de cribado poblacional sugiere que no somos capaces de diferenciar el riesgo en cualquier individuo. Así que en lugar de hacer un enfoque inteligente, utilizando antecedentes familiares y genética, hemos realizado un método absurdo y hemos tratado a todas las mujeres como si fueran todas igual. Como resultado: hemos depositado nuestra condianza en una prueba que es notoriamente inexacta, que incluso se ha convertido en una parte fija de la práctica médica estadounidense desde hace casi 50 años, cuando se introdujo. Con las decenas de millones de mujeres de bajo riesgo que son sometidas innecesariamente al cribado anual, cualquier prueba sería vulnerable a una alta tasa de falsos positivos. Eso se aplica a las exploraciones de mayor resolución también, como la resonancia magnética, la mamografía digital y el ultrasonido. “De hecho -afirma Topol- hay una mejor camino a seguir“.
..Amaya Lujambio

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