Descubren que el orden de las mutaciones genéticas condiciona la evolución del cáncer en la sangre

Un trabajo internacional en el que ha participado el Hospital del Mar de Barcelona ha identificado las implicaciones que el orden de las mutaciones genéticas tiene en la biología de las neoplasias mieloproliferativas, un grupo de enfermedades hematológicas crónicas que producen un exceso de glóbulos rojos, plaquetas o glóbulos blancos, y evoluciona hacia leucemia aguda.

Las enfermedades estudiadas se relacionan frecuentemente con un defecto genético que provoca que una proteína esté constantemente activada, lo que da lugar a un crecimiento incontrolado de las células de la sangre.

El estudio que, ha sido publicado en New England Journal of Medicine, y liderado por la Universidad de Cambridge, ha constatado que el orden en el que tienen lugar las mutaciones en este tipo de enfermedades, ejercen influencia en la evolución clínica del tumor, el riesgo de complicaciones y el efecto del tratamiento, según informó ayer el Hospital del Mar en un comunicado.

En concreto, el estudio se ha centrado en las mutaciones en los genes JAK2 y TET2, ya que mutaciones en ambos genes están presentes en aproximadamente el 10% de los pacientes con neoplasias mieloproliferativas.

Los resultados han mostrado que mutaciones en estos dos genes pueden ocurrir en primer lugar en los tres subtipos de neoplasias mieloproliferativas: Leucemia mielomonocítica crónica (LMMC); Leucemia mielomonocítica juvenil (LMMJ) y Leucemia mielógena crónica (LMC) atípica; pero la biología del tumor y los efectos clínicos son diferentes según cuál ocurra primero.

La leucemia mielomonocítica crónica es una enfermedad por la que se producen demasiados mielocitos y monocitos (glóbulos blancos inmaduros) en la médula ósea. La leucemia mielomonocítica juvenil es una enfermedad infantil por la cual se producen demasiados mielocitos y monocitos (glóbulos blancos inmaduros) en la médula ósea; y la leucemia mielógena crónica atípica es una enfermedad por la cual se producen demasiados granulocitos (glóbulos blancos inmaduros) en la médula ósea.

Los pacientes que adquieren la mutación del gen JAK2 en primer lugar son significativamente más propensos a manifestar exceso de producción de glóbulos rojos y trombosis, pero con menos disposición a desarrollar exceso de plaquetas en la sangre.

El equipo investigador también ha estudiado las implicaciones del orden de las mutaciones respecto al tratamiento farmacológico, y han medido el efecto de un fármaco inhibidor del gen JAK2, el ruxolitinib, en la formación y evolución de colonias celulares. Al respecto, el jefe de servicio de Hematología del Hospital del Mar, Carles Besses, explica que “el fármaco sólo reduce el crecimiento de las colonias en las muestras donde la mutación de JAK2 ha ocurrido en primer lugar”, mientras que en los casos en los que el TET2 ha mutado primero no se produce ningún cambio.

Para la comunidad científica y médica este estudio es de una gran trascendencia, y es que los mecanismos detallados pueden tener implicaciones en la evolución de otros tipos de cánceres. “La frecuencia con la que los reguladores epigenéticos están mutados en los cánceres hematológicos y no hematológicos plantea la posibilidad de que el orden de las mutaciones influya en la biología de muchos otros cánceres”, concluye Besses.
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