Gestión clínica: intentando regular lo mismo

El Gobierno acaba de descolgarse con un borrador de Real Decreto en torno a la Gestión Clínica (GC) que parece no haber satisfecho a nadie. Ni siquiera la parte profesional del gran acuerdo que estaba a la base de dicho decreto apoya el texto en su propuesta de redacción, por no haberse pronunciado claramente sobre el liderazgo profesional médico de las unidades de GC, no aclarar la financiación de las mismas y dejar abierta la posibilidad de que la incentivación de los profesionales pueda basarse en el ahorro conseguido.

Pero hay otras carencias, y quizás aún más graves, en el entorno sanitario sobre el que ese decreto pretende incidir que, de no ser correctamente afrontadas, harán de la GC un simple cambio de vestido en una vieja señorona que, por otro lado, no se ha desprendido de alguno de sus vicios más notables. Me explico.

Desde estas páginas hemos defendido un modelo de gestión que suponga una mayor implicación de los profesionales, de los médicos, en las decisiones concernientes a la organización y provisión de la asistencia sanitaria. Esa mayor implicación precisa de un importante cambio de cultura en una estructura, sobre todo la hospitalaria, muy rígida y vertical, en la que no viene siendo infrecuente que algunos servicios funcionen prácticamente de un modo feudal, con un “señor” en lo alto de la cúspide (jefatura de servicio) decidiendo por la vida y el desarrollo profesional (o amputación del mismo) de sus (obligadamente) fieles vasallos. Y no son pocas las consecuencias que vemos en los compañeros de a pie, muchas veces tan mal-tratados por colegas de la misma profesión.

Desde este escenario, el borrador de Real Decreto, que en realidad tan sólo se preocupa de organizar la estructura de las Unidades de Gestión y de plantear la forma de nombrar al Director de las mismas, sin potenciar para nada una concepción más horizontal de la gestión dentro del servicio, puede correr el riesgo de reforzar, aún más, el feudalismo ya imperante, con grave riesgo de degeneración en reinos de taifas y, lo que es peor, generando una gran carga añadida de desmotivación y castigo para los profesionales de a pie.

Hay que empezar, a mi juicio, a tomarse en serio la gestión compartida y horizontal de los servicios sanitarios, la distribución de responsabilidades en el equipo médico y la garantía de desarrollo profesional de todos y cada uno de sus miembros para poder llevar a buen puerto cualquier alternativa de gestión del sistema sanitario, público como hasta ahora. Ya basta de que hablar de gestión signifique hablar sólo de números y de rentabilidades, de objetivos conseguidos, o de cargos de dirección, y pongámonos a pensar en una gestión que de verdad alinee valores de profesionales y sistema sanitario, que de verdad ilusione a los profesionales y que de verdad los ponga a trabajar en equipo, y no sometidos a la égira de líderes pseudofeudales, en tantos casos avalados por los propios poderes públicos.

Calzar modelos innovadores de organización y gestión en estructuras que crujen por falta de respeto de derechos básicos no parece la mejor forma de modernizar los servicios sanitarios. Y convertir la Sanidad en una agrupación de chiringuitos personales no puede ser nunca ni siquiera un sucedáneo de una gestión clínica eficaz, participativa e incentivadora.
..Miguel Angel García. AMYTS

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