Coordinador de residentes e instrucción de residencia para mejorar la formación profesional médica

La creciente supremacía de la tecnología en medicina, producto del avance acelerado del conocimiento y tecnología médica, ha reforzado la figura del especialista y ha centrado la atención profesional en las organizaciones complejas, contribuyendo, de este modo a la declinación del médico general y-o médico de familia.

El sistema de residencias médicas (RM) constituye la base de la educación médica de posgrado (EMP) y es el procedimiento idóneo que permite la transición del estudiante graduado a ser médico general o especializado.

No es mi intención clasificar la especialización en principal o derivadas (especialidades y subespecialidades) y dentro de ellas los niveles de Residencia y años por cumplir sobre todo en las sub-especialidades. Lo que sí coloco como punto de debate, es la posibilidad de incorporar, la aparición de dos figuras de relativa importancia para lograr unificar criterios y desarrollar un trabajo en y de equipo en toda España.

Coordinación de las residencias y la función docente
El médico adjunto cumple la función de Tutor, ahora bien si por cada Residente tengo diferentes Médicos Adjuntos con diferentes opiniones o criterios, se pierde la visión de conjunto con una variabilidad de prácticas importante. El sistema de residencias debiera incorporar distintas figuras docentes que se distinguen por las funciones que asumen y la permanencia en el cargo.

Ante todo sería de interés instaurar, un Equipo Docente que debiera estar conformado por el Coordinador de Programa, el Jefe de Residentes y/o el Instructor.

Estas figuras deberían tener un rol protagonista en el diseño, implementación, sostén y seguimiento del programa, tanto en la formación de especialización principal como en las derivadas o sub-especialidades. También se deben incorporan docentes que pueden ser médicos del servicio o invitados, que asuman funciones de supervisión, tutoría, acompañamiento, dictado de clases, etc, pero con una participación más acotada, en el seguimiento del programa de formación en su conjunto.

Funciones centrales del Equipo Docente:

➢ Organizar y orientar la actividad asistencial y académica de los residentes en los distintos ámbitos de formación.
➢ Ofrecer a los residentes en forma continua los apoyos necesarios para la adquisición gradual de competencias profesionales complejas:
1. Ofrecer modelos
2. Sugerir material bibliográfico
3. Ordenar la participación según orden de dificultad creciente.
4. Supervisar/ Monitorear/ Evaluar: brindar información permanente sobre el propio desempeño señalando logros, obstáculos y desafíos que orienten el aprendizaje. Instalar un clima de trabajo cooperativo y de aprendizaje.

Responsable del programa: Jefe de Servicio y/o Coordinador Docente
Su función central sería definir el Programa de Formación, realizar su seguimiento evaluación del mismo y participar en la evaluación de los residentes.

El Coordinador Docente de la residencia debería asumir la responsabilidad por el cumplimiento de las condiciones y características de la formación. Entre sus funciones se encontrarían la de articular las actividades asistenciales y académicas para aumentar las posibilidades de aprendizaje así como gestionar los convenios para incorporar rotaciones en los casos en que sea necesario.

Debe formar parte de su función asegurar la supervisión directa de la tarea del residente, garantizar que las exigencias asistenciales respondan en primer término a propósitos educativos y que las prácticas que realizan no excedan la capacidad real y autónoma para cada nivel de formación.

El Jefe de residentes debería ser un profesional que debiera ser elegido por sus pares entre los que han culminado en forma reciente el mismo programa de la residencia. Debería desempeñar sus funciones durante un año, bajo el mismo sistema de dedicación que los residentes. También organizaría y coordinaría las tareas de los residentes, ejerciendo funciones de acompañamiento y tutoría.

Entre sus labores debe estar la de reunirse al menos una vez al día con los residentes y periódicamente con el Jefe de Servicio o de la Unidad para coordinar la distribución del trabajo en internación y consultas externas.

Sus competencias podrían ser:

➢ a-articular tareas con los Jefes de Residentes de otros departamentos o servicios;
➢ b-promover el trabajo interdisciplinario durante la residencia;
➢ c-participar en la evaluación periódica de los residentes desde el punto de vista profesional, personal y ético y asegurar su concurrencia a las actividades docentes del programa.

El Instructor de residentes es otra figura importante, que se puede sumar al equipo docente cuando la cantidad de residentes de un servicio es numerosa. Puede asistir al Coordinador Docente en la articulación de toda la actividad académica de la residencia (sistemáticas, clases, ateneos, trabajos para presentar -dentro y fuera del país-, asistencia a congresos, etc.).

También puede cubrir el rol del jefe de residentes en los casos en que no haya esta figura. Puede ser un profesional del servicio, que asume funciones específicas de formación. Tanto el Coordinador como el Instructor deben poseer formación docente

Las actividades y ámbitos de formación
El residente debería participar de todas las actividades habituales del servicio, tanto asistenciales, como de intercambio o formación teórica tales como actividades comunitarias, atención en Centro de Salud, Consultorios Externos, salas de internación, guardias, Inter-consultas, presentación de casos de Sala y de Guardia, reuniones de equipo, Ateneos, Clases programadas, etc.

La participación del residente en los sectores de Guardia merece una consideración especial porque la Guardia es sin duda el ámbito más pertinente para el aprendizaje del manejo de la urgencia, no obstante la participación del residente en dicho ámbito debería responder a principios de formación. Esto significa que debería ser necesario mantener una supervisión permanente durante la guardia, garantizando que los tiempos destinados a esta actividad no excedan en ningún caso más de dos guardias semanales y que se respete un tiempo no menor a 6 horas de recuperación descanso post-guardia.

Se debería promover, además, una distribución uniforme de las guardias a lo largo de todos los años de residencia, porque no parece haber razones pedagógicas para sostener la idea según la cual los residentes de primer año son los que más guardias cumplen, disminuyendo éstas en la medida que avanzan en su formación.

La limitación en el número de guardias y la inclusión de descanso post- guardia responde tanto a motivos de orden pedagógico como asistenciales: por una parte la sobrecarga asistencial excesiva limita las posibilidades de aprendizaje; por otra, en los últimos años se ha acumulado evidencia sobre la cantidad de errores asistenciales atribuibles al cansancio e insuficiente experiencia práctica en el tema.

En el programa se deberían contemplar momentos de intercambio y trabajo conjunto o en equipo, tanto con profesionales del propio servicio como de otras áreas o especialidades. El trabajo interdisciplinario y en equipo es parte de la formación del residente y sería de interés, tener un espacio en el transcurso de la formación a través de la realización de ateneos, inter-consultas, clases conjuntas, actividades comunitarias, proyectos especiales u otras estrategias.

Otro tema de interés es el abordaje de los Bloques de Contenidos Transversales y puede constituirse como un espacio privilegiado para el desarrollo de actividades Inter-residencias (obstetricia y neonatología son un claro ejemplo).

La formación de los residentes debería prevery sostener el desarrollo de espacios de formación teórica y teórico-práctica.Estos espacios de formación pueden desarrollarse según distintos formatos: clases, cursos, ateneos, discusión o resolución de casos, búsquedas bibliográficas, redacción de informes, preparación de clases, etc.

Estas actividades se distinguen de las asistenciales porque se orientan hacia la organización, sistematización o trasmisión de conocimientos y saberes.

Debería garantizarse una frecuencia mínima de dos veces por semana para este tipo de actividades y también el acceso a bases de datos bibliográficas y publicaciones.

La estructura de las residencias en red aumentaría y diversificaría la oferta formativa. La formación en cada especialidad se desarrollaría en diferentes ámbitos asistenciales de la red de servicios, de manera que el programa tendría que ser pensado incorporando esta diversidad.

La circulación por diferentes espacios permitiría ampliar y complementar la formación con conocimientos y prácticas no siempre accesibles en el servicio donde se encuentran los residentes y contribuiría además al conocimiento de diferentes modos de organización y gestión institucional, estilos y modalidades de comunicación y modelos de desempeño profesional y reconocimiento de otros referentes.

Los ámbitos de rotación deberían ser anticipados en el Programa de Formación teniendo en cuenta las oportunidades de aprendizaje que ofrece cada Servicio y consolidados por medio de convenios inter e intra -comunidades autónomas con condiciones definidas básicas de la rotación: tiempos, horarios, programa, responsables a cargo.
..Dra. Marisa Calvo

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