Investigadores de la Universidad Autónoma Metropolitana de México (UAM) y de otras instituciones del país azteca, han desarrollado implantes poliméricos semiconductores capaces de inducir la reconexión entre las células afectadas de la médula espinal, después de una lesión traumática.
El profesor e investigador de la UAM, quien además pertenece al Instituto Nacional de Neurología y Neurocirugía (INNN), Luis Camilo Ríos Castañeda, detalló que este proyecto ya se aplicó en animales como primates y ratas, y que se obtuvieron buenos resultados en la recuperación de los reflejos tras una lesión. “Hasta el momento hemos implantado los polímeros en Macaco Rhesus después de una lesión traumática en la médula espinal. Sobre los resultados obtenidos en dichos animales después de la aplicación del implante, se observó que al introducir el polímero se restablecieron las conexiones neuronales y el primate recuperó algunos de sus reflejos”, explicó.
En primates (Macaho Rhesus) los resultados han sido óptimos, y lo mismo sucede con las ratas, y es que como indica el experto, “hemos visto que cuando las rehabilitamos logran alcanzar una recuperación casi completa”, por lo que el siguiente paso será probarlos en pacientes, agrega.
El objetivo de los investigadores es que cuando el implante se aplique en humanos ofrezca la posibilidad de reconectar la médula espinal con el resto del organismo y junto con la rehabilitación se recupere una parte de la capacidad motriz perdida.
Estos implantes poliméricos semiconductores capaces de inducir la reconexión entre las células afectadas de la médula espinal, para la comunidad científica y médica tiene una gran relevancia, y es que de acuerdo con la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA, por sus siglas en inglés), actualmente no hay ningún tratamiento aceptado en el mundo para la lesión traumática de la médula espinal. “Estamos desarrollando el proyecto de aplicación clínica; sin embargo, tenemos que esperar un tiempo relativamente largo para que aprueben el protocolo en los comités de bioética; esto nos puede llevar uno o dos años, aproximadamente”, concluyó Ríos Castañeda.
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