Una investigación de la Universidad del País Vasco demuestra que la dislexia está causada por problemas neurológicos y no de percepción visual

Investigadores de la Universidad del País Vasco (UPV/EHU) han utilizado imágenes por resonancia magnética para demostrar que la dislexia está provocada por una disfunción principalmente neurológica y no de percepción visual como se pensaba.

Dificultades para reconocer las palabras o para descodificar bien las letras, así como una lectura muy lenta que pueden desencadenar trastornos emocionales y fracaso escolar, son algunos de los síntomas de la dislexia, trastorno neurológico de origen genético, que afecta a entre un 5 y un 8 % de los niños escolarizados en educación primaria y secundaria. Estos problemas impiden que los niños que la padecen aprendan a escribir con normalidad, “independientemente de otras destrezas cognitivas como la inteligencia, el razonamiento o la memoria”, explica Ibone Saralegui, neurorradióloga que ha liderado el estudio.

En esta investigación se utilizaron imágenes obtenidas mediante resonancia magnética para evaluar la red neuronal relacionada con la lectura en niños con dislexia que no habían recibido tratamiento específico con anterioridad. De este modo vieron que los lectores con dislexia parecían tener una red neuronal para la lectura diferenciada de los normolectores y de aquellos con alteraciones de la motilidad (movilidad) ocular, que mide el movimiento espontáneo y coordinado de los ojos. Este hallazgo, según la especialista, prueba que en la dislexia intervienen varios factores.

Uno de sus principales causantes es una alteración en la ruta fonológica para la lectura de los niños, lo que tiene una gran incidencia en la terapia que se les debe aplicar. Las terapias visuales y auditivas, por ejemplo, no son adecuadas en el tratamiento de estos niños”, indica Saralegui.

La dislexia no tiene cura
A pesar de que muchos padres acuden al oftalmólogo y logopeda con la fe de que su hijo dejará de ser disléxico con un buen tratamiento, la especialista es tajante al afirmar que “un niño es disléxico siempre”, si bien es cierto que también reconoce que con una intervención precoz y por ende tratamiento, se puede mejorar “notablemente” la habilidad lectora y capacidad de comprensión.

En el estudio, también se observó como el porcentaje de disléxicos es más superior entre los hablantes de lenguas opacas, como el francés y el inglés, lenguas en las que un mismo grafema puede pronunciarse de distintas formas; por ejemplo, la letra ‘a’ puede leerse como ‘a’ o ‘ei’ en función de su posición dentro de la palabra.

El trabajo que, se realizó con niños castellanoparlantes, admite que sus conclusiones podrían extrapolarse a los vascoparlantes, y es que “el euskera y el castellano tienen un nivel de semitransparencia muy parecido”. En ambas lenguas, el grafema coincide con el fonema, es decir, a una letra le corresponde por lo general un sonido.

En la lectura el primer paso fundamental es este ensamblaje entre los fonemas y los grafemas, por lo que las lenguas opacas presentan un problema añadido: hay que aprender varios fonemas para un mismo grafema.

Por eso, en dichas lenguas se duplica, casi, el porcentaje de niños disléxicos. En las lenguas transparentes y semitransparentes hay una menor incidencia de la dislexia, y ésta se presenta más tarde, aunque el problema de comprensión persiste”, concluye la investigadora Ibone Saralegui.
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