Si una persona tiene diabetes, cáncer o problemas cardiacos, tal vez debería echarle la culpa a la conducta de su padre, al medio ambiente o incluso a su abuelo. Expertos de la Universidad McGill, en Canadá, y colaboradores piensan que han encontrado ahora una parte clave de un rompecabezas molecular al descubrir que las proteínas conocidas como histonas, que han llamado relativamente poco la atención hasta ahora, pueden desempeñar un papel crucial en el proceso de herencia de enfermedades. En los últimos años, los científicos han mostrado que, antes incluso de que se conciba la descendencia, las experiencias de la vida de un padre con respecto a la comida, el uso de drogas, la exposición a productos tóxicos y el estrés pueden afectar al desarrollo y la salud no sólo de su hijo, sino también de sus nietos. Pero, a pesar de una década de trabajo en este área, los investigadores no han sido capaces de entender mucho sobre cómo se produce esta transmisión de recuerdos medioambientales sobre diversas generaciones. (La Información)