Publicado en Con Salud Aunque suelen asociarse con una tecnología innovadora presente sólo en una pequeña parte de la población, los wearables también están comenzando a llegar a los países subdesarrollados y entornos desconectados de baja tecnología. Y, en su mayor parte, lo hacen, o lo harán, para beneficio de la salud. Buen ejemplo de ello es Kushi Baby, un collar que incorpora un chip especial en el que se guarda el registro sanitario de cada persona. Mediante una aplicación móvil, los médicos pueden así disponer de una especie de historia clínica de cada paciente (suelen llevarlo niños, por el momento) y sincronizar los datos recibidos por el chip en una nube, de manera que sea más manejable. Su aplicación en entorno rurales o con escasos recursos es posible gracias a su precio, que es inferior a un dólar. Por ello, los desarrolladores del invento han sido premiados en la iniciativa Wearables for Good de Unicef.