La prevención cardiovascular debe establecerse desde la infancia y debe ir adecuándose

La prevención cardiovascular debe iniciarse en el embarazo y adecuarse a cada etapa de la vida, con especial atención a la infancia y la adolescencia. Este ha sido el principal mensaje de la jornada científica del Comité Español Interdisciplinario para la Prevención Cardiovascular (CEIPC), celebrado ayer en el Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad y que este año se ha centrado en La Prevención Cardiovascular a lo largo de la Vida. El acto ha sido inaugurado por Elena Andradas Aragonés, Directora General de Salud Pública, Calidad e Innovación.

Adecuar la prevención cardiovascular a lo largo de la vida supone un enfoque innovador. Ahora sabemos que antes del nacimiento ya hay condicionantes genéticos de riesgo; y que la infancia y la adolescencia son etapas críticas para promover y establecer hábitos de vida saludable de forma duradera, pues estos tienen un papel crucial en la futura incidencia de las enfermedades cardiovasculares y el cáncer, principales causas de enfermedad y muerte prematura en España y en el mundo”, ha explicado el doctor José María Lobos, de la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria (semFYC) y miembro del comité ejecutivo del CEIPC.

En el otro extremo, para personas con una enfermedad cardiovascular establecida (pacientes crónicos), la prevención sigue siendo necesaria para evitar nuevos episodios coronarios o cerebrovasculares y mejorar la calidad de vida y el pronóstico.

Actualmente, es un reto saber cómo enfocar esta prevención en los más mayores (octogenarios), una población cada vez más habitual en las consultas y hospitales, pero con escasa evidencia científica de las intervenciones preventivas, por lo que se extrapolan resultados de población más joven”, ha señalado el doctor Lobos.

El CEIPC se creó en el año 2000 y está formado por representantes de 15 sociedades científicas implicadas, el Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad y el Instituto de Salud Carlos III. El comité tiene como objetivo adecuar y facilitar la aplicación de las guías de prevención cardiovascular en la práctica clínica a la realidad española y desarrollar acciones que ayuden a la implementación de estas guías.

La enfermedad cardiovascular se produce en la edad adulta pero se ha gestado a lo largo de muchos años, siendo cruciales los primeros años de la vida en términos de efectividad y coste de las intervenciones preventivas, con el fin de mejorar los resultados en salud tanto individualmente como en la población”, ha indicado Miguel Ángel Royo, de la Escuela Nacional de Sanidad del Instituto de Salud Carlos III (ISCIII) y miembro del comité ejecutivo del CEIPC.

El enfoque de prevención cardiovascular en la infancia tiene que ver con el fomento de hábitos saludables de actividad física y alimentación. Sin embargo, según los datos de evolución de la obesidad infantil 2006-2012 que se han presentado en la jornada, “en España uno de cada tres niños padece sobrepeso u obesidad, con repercusión a nivel individual sobre la salud de los menores y, a largo plazo, sobre la salud futura y la sostenibilidad del sistema sanitario, por los costes de tratar las enfermedades asociadas, principalmente cardiovasculares, a edades cada vez más tempranas”, ha señalado Royo.

Además, existe una percepción alterada de los padres sobre el problema del exceso de peso de sus hijos. Así, dos de cada tres padres cuyo hijo tiene sobrepeso u obesidad no es consciente de tener un problema y, por tanto, “es difícil que vaya a hacer algo. Si no se percibe el problema no puede haber motivación para actuar”, añade Royo.

En cuanto a la prevención cardiovascular en el paciente octogenario, es un tema del que no hay mucha evidencia científica porque la mayoría de los estudios se centran en población más joven. “Es raro que haya ensayos de fármacos o estilo de vida. Nos basamos en las guías que están hechas para pacientes más jóvenes, sin embargo habría que tener ciertas cautelas, como valorar la situación del paciente de forma individual, teniendo en cuenta el aspecto social, físico, cognitivo, apoyo social, facilidad de trato, etc. Todo es muy importante de cara a optimizar los tratamientos médicos”, ha indicado el Dr. Lobos.

Enfoque específico para la mujer
Durante la jornada científica también se ha abordado la necesidad de un enfoque de género para la prevención de la enfermedad cardiovascular en la mujer. Son varios los hechos que demuestran que se requiere un abordaje específico: la condición de mujer se ha considerado tradicionalmente un factor protector de enfermedad cardiovascular hasta la menopausia, en el que a veces se confía en exceso. Además, la presentación de la enfermedad cardiovascular con síntomas atípicos en las mujeres (por ejemplo, en los síndromes coronarios agudos) puede alterar la sospecha clínica y demorar el diagnóstico. “Sabemos que el infarto de miocardio es menos frecuente que en el varón –para la misma edad- y que hay más presentaciones atípicas, y también que existe una demora diagnóstica de una hora o más en la mujer. Sin embargo, el infarto agudo es más grave en la mujer que en el varón y más letal. El perfil es muy distinto, con más prevalencia de diabetes-obesidad y sobre todo, se presenta diez años más tarde de promedio”, ha indicado el Dr. Lobos.

Este distinto perfil en la mujer, “no se traduce en un menor riesgo, ya que las principales causas de muerte y discapacidad en la mujer son también el ictus y la cardiopatía isquémica, las mismas que en el hombre aunque con orden inverso”.

Acceso y equidad en prevención cardiovascular
La última de las mesas redondas ha abordado las dificultades y diferencias entre comunidades autónomas en el acceso a determinados fármacos innovadores para la prevención cardiovascular, como son los anticoagulantes orales directos.

Como ha señalado el Dr. Lobos: “Existe una evidencia científica bastante rotunda del valor de estos fármacos comparados con tratamiento anticoagulante tradicional, basada en sólidos ensayos clínicos y meta-análisis con más de 100.000 pacientes y amplios estudios en el ‘mundo real’. Sin embargo, existen condicionantes para su utilización, a los que cada comunidad autónoma ha añadido sus matices en muchos casos más restrictivos. Esto hace que exista una gran heterogeneidad en cuanto a su uso en pacientes que con idéntico riesgo de ictus, simplemente viven en regiones distintas. Los rangos van desde un 4-5% -utilización casi anecdótica- en algunas de ellas, hasta un 25-30% en otras”.

En este sentido, el experto ha comentado que “nos preocupa la desigualdad que esto produce en una patología tan importante y grave como es el ictus, primera causa de muerte en la mujer, de discapacidad grave y asociada a un elevado coste sanitario y social”.

El requerimiento de un visado de inspección dificulta la prescripción y dispensación de estos fármacos, por lo que “pedimos que se reconsidere el tema del visado porque hasta ahora solo ha producido inequidad entre las comunidades”, ha concluido el experto.
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