Tomar antidepresivos durante el embarazo aumenta el riesgo de autismo un 87%

Según un amplio estudio realizado en Canadá y publicado este lunes 14 de diciembre de 2015 en Estados Unidos, el consumo de antidepresivos durante el el segundo y el tercer trimestre de gestación, especialmente los inhibidores selectivos de la recaptación de la serotonina (SSRI, por sus siglas en inglés), como el Prozac, aumentan el riesgo de tener un hijo con trastorno del espectro autista (TEA) en 1.87 veces, casi el doble.

Las conclusiones de esta investigación son importantes ya que, como destacan los investigadores que analizaron las historias clínicas de 145.456 mujeres embarazadas en la provincia de Quebec, entre el 6 y el 10% de las embarazadas toman antidepresivos. El trabajo aparece en el Journal of the American Medical Association Pediatrics.

Las diversas causas del autismo siguen siendo inciertas, pero algunos estudios han demostrado que el genético y el ambiental pueden ser factores de riesgo”, comenta Anick Bérard, profesora de la Universidad de Montreal y del Centro Hospitalario Universitario Sainte-Justine y responsable principal del estudio.

Nuestra investigación permitió establecer que el hecho de tomar antidepresivos, sobre todo aquellos que actúan sobre la serotonina durante el segundo y el tercer trimestre del embarazo, casi duplica el riesgo de autismo entre los niños”, añadió.

Tal y como señalan los autores del trabajo, se sabe que la exposición a estos medicamentos está asociada a mayores probabilidades de aborto, malformaciones congénitas, hipertensión gestacional, prematuridad y bajo peso al nacer. Sin embargo, respecto al riesgo de autismo, pocos son los estudios que se han adentrado en esta relación. “Algunos determinan un incremento de las posibilidades de tener un hijo con trastorno del espectro autista” y otros, sin embargo, sugieren que “no hay asociación estadística significativa“. Además, la mayoría de estas investigaciones “tienen importantes limitaciones, como el hecho de no tener en cuenta la predisposición genética“.

Dado que las previsiones apuntan a que la depresión será la segunda causa de incapacidad en el mundo y, por lo tanto, “los antidepresivos van a continuar utilizándose, incluso en el embarazo, es una prioridad de salud pública tener más información sobre los efectos a largo plazo en el desarrollo neurológico de los niños cuando se utilizan durante la gestación”, argumenta uno de los responsables de esta investigación, Anik Bérard, de la facultad de Farmacia de la Universidad de Montreal.

Con este objetivo, la doctora Bérard y su equipo decidieron analizar los casos de todos los embarazos y bebés nacidos en Quebec entre enero de 1998 y 2009, desde su concepción hasta los diez años, así como del consumo de antidepresivos de sus madres durante el embarazo.

También contemplaron otro conjunto de factores que podrían contribuir al autismo. Algunas personas con antecedentes familiares tienen una predisposición genética a esa enfermedad. La edad de la madre y la depresión también pueden estar vinculadas a la aparición del autismo, así como algunos factores socioeconómicos como la pobreza.

En la investigación se diagnosticaron 1.054 niños con autismo a una edad media de 4,5 años, es decir el 0,72% de la muestra estudiada. De los 145.456 nacimientos, 4.724 estuvieron expuestos a antidepresivos en el útero; el resto (140.732), no. De los expuestos, 2.532 (53,6%) lo estuvieron durante el segundo y el tercer trimestre.

Al cruzar los datos, los investigadores observaron que el uso de esta medicación en los seis últimos meses de la gestación estaba asociado a un riesgo 1.87 veces mayor de tener hijos con trastorno del espectro autista.

Sin embargo, no se encontró relación con estos fármacos en los tres primeros meses de embarazo ni durante el año previo. “Nuestro estudio incluía información sobre el uso de anticonceptivos, el diagnóstico del niño de autismo y gran cantidad de detalles que permiten desentrañar el impacto específico de este tipo de fármacos. Por ejemplo, tuvimos en cuenta a la hora de analizar los datos los antecedentes familiares (algunas personas están genéticamente predispuestas) o la edad de la madre“.

Los resultados también ponen de manifiesto “un mayor riesgo de TEA con los inhibidores selectivos de la recaptación de la serotonina, tales como el Prozac, y con el uso de más de una clase de antidepresivos“, como explica Bérard.

Los inhibidores selectivos de la recaptación de la serotonina tienen más efecto “probablemente porque estos fármacos pueden cruzar la barrera placentaria“, dijo Carmen Moreno, psiquiatra perteneciente al programa AMI-TEA, en el Hospital Gregorio Marañón de Madrid, al comentar este trabajo. Puede causar un “estado que está descrito como aumento de serotonina, un neurotransmisor que puede modular el desarrollo neuronal“. De alguna forma, agrega, la asociación entre SSRI y TEA “tiene sentido biológico“, ya que el proceso de incremento de serotonina está relacionado con ciertas alteraciones a nivel del desarrollo neuronal.

No obstante, los propios autores de la investigación señalan que hay algunas limitaciones. Por ejemplo, “los datos muestran las prescripciones, no el uso real de antidepresivos y falta información sobre el estilo de vida de la madre. Este estudio no significa que no se puedan tomar antidepresivos durante el embarazo, ya que las depresiones no tratadas también pueden incrementar el estrés prenatal, lo que puede conllevar un aumento de producción de corticosteroides y liberación de aminas vasoactivas. Esto no sólo predispone a hipoxia (deficiencia de oxígeno en la sangre) o prematuridad, también puede ocasionar trastornos psiquiátricos como ansiedad, depresión e hiperactividad, por eso “hay que seguir recetando con cautela, valorando caso por caso la relación entre los beneficios y los riesgos de la prescripción de antidepresivos durante el embarazo“, concluyó Bérard.
..Susana Calvo

Opinión

Multimedia

Especiales

Atención primaria

Sanidad privada

iSanidadental

Anuario

Accede a iSanidad

Síguenos en