Las próximas elecciones generales van a ser decisivas para el futuro de España, dicen todos los partidos que nos piden el voto. Siempre he oído esa frase, siempre hemos estado en encrucijadas, momentos de cambio y situaciones trascendentes para una sociedad.
El Diario Médico ha tenido a bien preguntar (#MiPrioridadEnSanidad) a unos cuantos profesionales sanitarios que expresamos nuestras opiniones de forma pública, cuales serían las prioridades o ideas sobre el futuro político de la sanidad española. Dado que no soy un tertuliano todoterreno -que podría-, opinaré sobre la sanidad y sobre su organización con un aviso previo: la política es global en su acción social; por ello, la ideología y los comportamientos de los distintos partidos políticos son determinantes para enfocar la organización sanitaria de una sociedad. Llegar a un pacto en el que todos los partidos políticos estén de acuerdo ha sido imposible hasta ahora.
Realmente me cuesta definir los mundos ideales donde todo sería maravilloso si mis ideas se llevasen a cabo. La realidad cambia lentamente, con una gran inercia negativa, y veo pros y contras en los modelos rígidos. Me es más fácil enumerar lo que no quiero: lo que ahora es real y negativo en mi opinión, aquello que creo injusto y dañino.
Una sanidad universal para todos los ciudadanos que habitan este país
La iniciativa del Partido Popular de establecer el aseguramiento como la vía de acceso a la sanidad pública, y no mediante el derecho de cualquier ciudadano a una atención sanitaria pública, me parece una medida profundamente injusta e ineficaz. Todavía estamos esperando conocer la evaluación económica que justificaría la exclusión social de los inmigrantes no legalizados. Privar a los más desprotegidos de la asistencia sanitaria si la precisan, en un contexto de incapacidad real del gobierno para regular la inmigración irregular, es profundamente injusto y dañino en el punto más sensible.
Descapitalizar la sanidad pública favoreciendo la concertación
El porcentaje de dinero que las comunidades autónomas dedican al pago de servicios concertados sanitarios ha crecido de forma espectacular con los gobiernos del Partido Popular. Justificar dicha medida diciendo que se alivian las listas de espera, ha sido la disculpa perfecta para reducir la inversión en los centros públicos, derivando una importante cantidad de dinero a la entidades privadas sanitarias. Esa política, que en Madrid ha tenido la máxima expresión con el famoso y desconocido “call-center” que siempre ofrece primero una actividad quirúrgica fuera del hospital público que la indica, es manifiesta y políticamente interesada: la descapitalización y la reducción de una sanidad de gestión pública.
Asimismo, la falta de innovación de las formas de gestión en la administración pública está llevando al deterioro global de la atención sanitaria, provocando una selección de actividad y riesgos que hace que las patologías más severas o caras sigan en los hospitales públicos y la patología más simple y rentable pase a los centros concertados. Selección de riesgos que hace el proveedor para la rentabilidad de los centros concertados.
El modelo MUFACE y su oferta de aseguradoras privadas es el culmen de la doble vara de medir de los gobiernos pasados y presentes.
Una organización de Atención Primaria anquilosada y necesitada de renovación
Después de tantos años funcionando, la atención primaria necesita una renovación global, un nuevo enfoque y estímulo para su revitalización. Lamentablemente, no hay ningún partido político que tenga ideas para ello. La supuesta oferta de autogestión que el anterior gobierno del PP de Madrid hizo contenía tantas trampas que fue masivamente rechazada. Son muchas cosas las que hay que cambiar, y podemos fijarnos en los distintos modelos europeos, desde el inglés al francés o el noruego.
Hay que cambiar y renovar la organización y las expectativas de trabajo para las próximas generaciones de médicos, pero también para ofrecer a la sociedad una atención primaria que gane adeptos y sea asumido por todas las clases sociales como una parte imprescindible de su sociedad, como la interpreta la sociedad británica, por ejemplo.
Medicalización de la sociedad, selección y financiación de medicamentos
Si no hay una política educativa de cara a la sociedad respecto al buen uso de los medicamentos y de los servicios sanitarios, el impacto de las políticas sanitarias seguirá presentando bolsas de ineficiencia. El uso de antibióticos, el consumo de ansiolíticos y antidepresivos, la búsqueda de pseudoterapias alternativas, son algunos de los muchos temas que incluye tener una visión global de la sanidad. La política debe ser educativa socialmente y mantener un liderazgo en la información sanitaria. Algo que no se hace en absoluto. El inicio de la crisis del Ébola, la antigua crisis de la gripe AH1N1 son ejemplos de la necesidad de una educación sanitaria desde los estamentos políticos y administrativos. Y dada mi especial atención a las pseudoterapias, regular definitivamente los ámbitos profesionales y de uso público de las numerosas ofertas terapéuticas sin base científica.
¿Y con qué dinero?
Con el que hay, pero distribuido con criterios políticos diferentes. La tarta del PIB es la que es, pero el corte de la tarta se realiza intencionadamente de una manera u otra. No voy a hacer demagogia con ello, o no demagogia, sino decisiones valientes en contextos difíciles. ¿Favorece más la economía, el empleo y el bienestar social, la construcción y mantenimiento del líneas de AVE que el gasto sanitario? etc, etc, etc.
Seamos realistas, espero pocos cambios gane quién gane, solo espero que la sanidad, que es una de las grandes partidas del gasto público en España, merezca atención y las políticas que se han denunciado como injustas e ineficaces no se vuelvan a repetir.
..Vicente Baos. Médico de Familia