En menos de dos años, ya son tres las muertes de personas en Francia a las que se les había implantado un corazón artificial por la misma compañía francesa, Carmat.
El último fallecimiento se producía el pasado viernes 18 de diciembre, cuando un hombre de 73 años de edad, al que se le había trasplantado un corazón artificial de la empresa gala Carmat, moría de forma súbita por una parada respiratoria. Las pruebas realizadas tras su muerte, según la compañía, no muestran que exista alguna relación con el corazón artificial. El paciente había regresado a su casa a finales del pasado agosto y, padecía “una combinación de patologías severas”, en concreto, una insuficiencia renal existente antes de la implantación de la prótesis.
La primera muerte se producía en febrero de 2014, y la víctima era el paciente que recibía el trasplante del primer corazón totalmente artificial que, tuvo lugar en París en diciembre de 2013. La expectación médica y mediática que generó fue grande, y es que abría una puerta a la esperanza para los miles de enfermos cardíacos que en Francia no tienen acceso al órgano de un donante. Este paciente, de 76 años de edad, fallecía 75 días después de haber sido intervenido.
El segundo trasplante se producía en agosto de 2014 y, su destinatario, un hombre de 69 años, fallecía casi nueve meses después.
La prótesis que, está diseñada para imitar a la perfección el funcionamiento de un corazón humano, adapta de forma autónoma su ritmo a la actividad del portador sin necesidad de un control externo.
Fruto del trabajo de un equipo multidisciplinar en el que, además de la experiencia del profesor Alain Carpentier, cofundador de Carmat, participan ingenieros del consorcio aeronáutico europeo Airbus Group, Carmat destaca que a estas alturas del ensayo clínico, su sistema acumula una experiencia de 20 meses de funcionamiento y establece el criterio de éxito en la supervivencia del paciente un mes después de su implantación.
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