Los geriatras recuerdan que los tratamientos disponibles no constituyen una cura efectiva para el catarro

Los catarros o resfriados representan una de las principales causas de consultas médicas, y es que así lo recuerda la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología (SEGG).

Aunque la mayoría son leves y se curan en un periodo corto de tiempo, factores como algunas patologías crónicas pueden agravarlos.

La mayoría de los adultos padecen dos o tres al año como media”, afirma el presidente de la SEGG, José Antonio López Trigo, que admite que, otros factores que pueden agravar estos trastornos son las inmunodeficiencias, la malnutrición o el tabaquismo.

Amplios y variados son los síntomas más frecuentes del catarro, y es que desde la congestión nasal, la rinorrea o excesiva producción y emisión de moco por la nariz, estornudos, hasta el dolor de garganta, tos y malestar general, son “señales” de que podemos tener un catarro. En cambio, la aparición de fiebre en los adultos no es común, todo lo contrario, es rara.

El tratamiento para el catarro no constituye una cura efectiva

El presidente de la SEGG insiste en que los antibióticos no son útiles en el tratamiento del catarro o resfriado común, y es que precisa que “no existe un tratamiento específico para el catarro”, además, prosigue que “los tratamientos disponibles van dirigidos sólo a aliviar los síntomas motivados por el cuadro vírico, pero no acortan su duración ni constituyen una cura efectiva para el mismo”.

López Trigo matiza que los antibióticos “sólo deben ser utilizados en enfermedades causadas por bacterias”, mientras que frente a los virus son totalmente ineficaces.

Por otro lado, ha acabado con un mito alrededor de los catarros, y es que al contrario de la creencia habitual, este experto precisa que ni los climas fríos o estar expuesto a corrientes de aire frío son condición sine qua non para que generen catarros.

Sí la sintomatología era amplia, los mecanismos de transmisión también lo son; el contacto por las manos con una persona infectada o con una superficie previamente contaminada -los virus pueden permanecer activos en la piel o superficies durante unas dos horas-; pequeñas partículas al toser o al estornudar que permanecen en el aire, y partículas de mayor tamaño que requieren contacto muy cercano con la persona infectada son los vectores más comunes para transmitir un catarro.

En cuanto a la duración de un proceso catarral y de los síntomas, los geriatras informan que suele ser de siete días, con algún síntoma persistente hasta dos semanas -en el 25% de los pacientes-.

En este sentido, hay que tener presente de que pueden existir una serie de síntomas que, por su persistencia o no mejoría tras ese tiempo, han de considerarse una señal de alarma ante una posible complicación del proceso catarral, síntomas como sinusitis, bronquitis o neumonía, agudización de cuadros asmáticos u otitis del oído medio.

Además, la SEGG también aconseja consultar con el médico en caso de rinorrea purulenta y congestión nasal, disminución o ausencia de olfato -anosmia-, dolor dental, presión en el oído o sensación de ocupación, o tos persistente con expectoración mucopurulenta.
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