El Juzgado de lo Penal número 5 de Cádiz ha condenado a seis meses de cárcel y a dos años de inhabilitación a un médico por un delito de dopaje. Y es que cuando trabajaba como médico de familia en un centro de salud de la localidad gaditana de San Fernando, suministró a un paciente que acudía con regularidad al gimnasio, gran cantidad de medicamentos, catalogados de anabolizantes, sin que existiera indicación terapéutica para ello.
Como consta en la sentencia, a la que ha tenido acceso Europa Press, la titular del juzgado considera que el facultativo es responsable de un delito contra la salud pública del artículo 362 quinquies del Código Penal, en concreto de un delito de dopaje, imponiéndole así la pena antes mencionada.
El Servicio Andaluz de Salud (SAS) ejercía la acusación particular en este caso, pidiendo para el acusado la misma pena que el Ministerio Fiscal, es decir, 15 meses de prisión y tres años de inhabilitación especial para el ejercicio de la medicina.
El juzgado ha rechazado que pueda calificarse la conducta de delito continuado, aplicando la misma doctrina en este punto que el resto de los delitos contra la salud pública. Igualmente, ha condenado en costas al facultativo, al pago de una multa de 1.080 euros –a razón de seis euros diarios durante seis meses–, así como a indemnizar al SAS en 173,83 euros, cantidad que corresponde al 60% el precio de los medicamentos recetados al paciente.
Los hechos se remontan al periodo de tiempo comprendido entre marzo de 2011 y marzo de 2012, cuando el acusado que, trabajaba como médico de familia en un centro de salud de San Fernando, recetó a un paciente medicamentos de tipo anabolizantes que, como recoge la sentencia, “sin que sufriera ninguna patología que justificara que le recetara tales sustancias, y que estaban destinadas a potenciar su masa muscular y su rendimiento físico, y poniendo en peligro la salud”.
La sentencia hace mención a determinados medicamentos que recetó “pese a conocer los efectos perjudiciales y riesgos para la salud del paciente que producen”. Aún así, conocedor de los riesgos, el facultativo, en el periodo de un año prescribió “al menos 100 recetas con dichos medicamentos”, y la dosis que prescribió de algunos de ellos “superó la dosis recomendada”.
Algunas de dichas sustancias están consideradas legalmente prohibidas en el deporte, incidiendo la sentencia en el hecho de que el paciente no presentaba ninguna patología que justificase el uso de estos medicamentos. Además, apunta que estas sustancias pueden producir daños en la salud de quien las consume por sus efectos adversos.
El paciente, durante el juicio, confesó que iba al gimnasio “dos o tres veces por semana” y quería dichos fármacos “para estar fuerte, para mejorar su figura”, ya que su trabajo, como animador de eventos, requería “una estética adecuada”.
Finalmente la sentencia llega a la conclusión de que “hubo un verdadero peligro concreto para la salud” del paciente.
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