Aumentan en Estados Unidos los niños que sufren de problemas crónicos de salud, siendo los que viven en situación de pobreza los más afectados

La cantidad de niños en Estados Unidos que sufren de asma y trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH) está en aumento, y los niños pobres son los más afectados, y es que así se desprende de un estudio que fue presentado recientemente en la reunión anual de las Sociedades Pediátricas Académicas (Pediatric Academic Societies), en Baltimore.

El estudio reveló que los niños que tenían asma y TDAH y que vivían en una situación de pobreza extrema, eran casi el doble de propensos de sufrir de otra afección médica crónica. Esas afecciones incluían retrasos en el desarrollo, autismo, depresión, ansiedad, problemas conductuales o del comportamiento, problemas del habla y del lenguaje, epilepsia y otros trastornos convulsivos, y discapacidades del aprendizaje.

Estos hallazgos enfatizan la importancia de estudiar la pobreza y su impacto sobre la salud infantil, y confirman la necesidad de una mayor concienciación para orientar la política sanitaria infantil”, afirmó el investigador principal del estudio, el doctor Christian Pulcini, residente del Hospital Pediátrico de Pittsburgh.

En el estudio, Pulcini y sus colaboradores analizaron datos de la Encuesta nacional de salud infantil de 2003, 2007, 2011 y 2012, buscando las tendencias que presentaron en el asma, el TDAH y el estatus económico en el que estaba cada niño, y por ende su familia.

Aunque los motivos de este incremento de niños con asma y TDAH no están claroS, el acceso a la atención sanitaria y la educación en salud, son factores que sin duda están contribuyendo, afirmó Pulcini, quien también añadió que “se observaron aumentos en esas afecciones en los niños que dependen de la ayuda pública para su atención sanitaria”.

Los resultados, una vez presentados en la reunión anual de las Sociedades Pediátricas Académicas, no han causado indiferencia en la sociedad estadounidense. Jefry Biehler, presidente de pediatría del Hospital Pediátrico Nicklaus en Miami, dijo que los hallazgos no le han sorprendido. “Seguimos viendo que las afecciones crónicas afectan de forma desigual a los pobres y a los marginados, más que a los que no son pobres y reciben una atención sanitaria más frecuente”, lamenta. Por ello Biehler insta a “abordar esos problemas de forma directa para intentar prevenir o gestionar estas afecciones crónicas temprano, para que los resultados sean mucho mejores, tanto para los individuos como para la sociedad”.

Pulcini, a pesar de la negatividad de los datos, y de que su experiencia le dice “que sigue habiendo muchos niños de familias con medios limitados que tienen poco acceso a una atención regular en quienes quizá las afecciones primarias o adicionales de salud no se hayan identificado de forma correcta”, muestra un halo de esperanza, y es que concluye que “la educación en salud de la población está mejorando poco a poco, y programas como Intervención Temprana y los servicios en las escuelas en los estados individuales están trabajando con los padres para garantizar que sean conscientes de los problemas de salud como las discapacidades del aprendizaje, los trastornos del habla y del lenguaje, el TDAH, etc…”.
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