Publicado en El País Han pasado más de 30 años, pero Tore Curstedt (1946, Piteå, Suecia) se acuerda con detalle de cómo salvó por primera vez a una bebé que sufría el Síndrome de Dificultad Respiratoria Neonatal (RDS, por sus siglas en inglés). “Nos llamaron del departamento de Neonatología del hospital de Estocolmo. Lo habían intentado todo, pero no funcionaba. Creían que se iba a morir en un par de horas. Se había puesto azul porque se estaba ahogando. No teníamos mucho tiempo para pensar, así que le administramos el compuesto surfactante que habíamos preparado”. Era la primera vez que lo utilizaban en humanos, hasta entonces, en su laboratorio del Instituto Karolinska de Estocolmo solo lo habían probado con conejos. Esa niña sueca prematura, de la que no recuerda el nombre, fue la primera en probar un fármaco que en el futuro lograría salvar a tres millones de bebés en todo el mundo. “Le dimos dos mililitros y en cinco minutos pasó de estar azul a rosa. A la hora ya pudimos bajarle el suministro de oxígeno del 85% al 21%. Fue un éxito para nosotros”.