Endocrinos y nutricionistas se muestran partidarios de que los alimentos informen en sus etiquetas cómo quemar sus calorías

La Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN) se muestra partidaria de etiquetar los alimentos con información sobre el ejercicio equivalente a realizar para gastar sus calorías con el fin de ayudar a las personas a cambiar su comportamiento.

Hay que recordar que no se trata de una propuesta nueva, ya que otras sociedades médicas y organismos sanitarios públicos se han mostrado partidarios de esta medida como una herramienta más de concienciar y sensibilización al consumidor sobre el aporte energético que va a realizar.

La SEEN aprovecha que, a partir del 13 de diciembre de 2016 gracias a una nueva regulación europea, todos los alimentos estarán en la obligación de incorporar el etiquetado nutricional para pedir la inclusión de la ‘Actividad Física Equivalente’ (AFE), para que de esta manera se ofrezca a los consumidores la posibilidad de asociar inmediatamente el contenido energético de los alimentos a la actividad física y así ayudar a reducir la obesidad.

No obstante, como explica el doctor Jesús Moreno, miembro del Área de Nutrición, advierte de que esta propuesta no trata de que se “neutralice” con ejercicio las calorías sino de visualizar el esfuerzo de dicho consumo. “La AFE de un alimento no debería llevarnos al error de simplificar sobre el hecho de que el consumo de cierta cantidad de un alimento puede ser neutralizado mediante una actividad física preestablecida”, afirma.

¿Cómo sería el etiquetado?
La pregunta del millón, cómo identificará el consumidor la etiqueta de la AFE. Pues bien, esta aparece como una serie de símbolos que muestran la relación entre las calorías contenidas en un producto y un ejercicio físico equivalente en gasto energético. “Disponer de esta información mediante un símbolo fácilmente comprensible podría reducir el consumo de alimentos hipercalóricos y/o fomentar el desarrollo de actividad física entre la población general”, afirma el doctor Francisco Botella Romero, del Área de Nutrición de la SEEN.

Al respecto, recuerda que “el gasto energético que cada persona lleva a cabo en la realización de un ejercicio concreto (por ejemplo, correr a trote lento 1 km) está muy influido por el tamaño y la composición corporal. Es fácil de entender que una persona adulta que mida 1,70 metros y pese 77 kilos gaste mucha más energía en correr esta distancia que un niño de 10 años que mida 1,35 metros y pese 30 kilos. Si ambos consumen las misma cantidad de un alimento, la actividad física equivalente nunca podría ser la misma”.

Actualmente, el consumidor puede conocer el valor energético y la composición de ciertos nutrientes por cada 100g o 100mL de producto: grasas, hidratos de carbono (entre ellos destacan los azúcares), proteínas y sal. Esta información es obligatoria, pudiendo añadirse además, voluntariamente, como la cantidad de fibra, vitaminas, minerales y grasas saturadas, poliinsaturadas y monoinsaturadas, por 100g, 100 mL o por ración (según el fabricante).
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