De médicos estatutarios a “business man”

Hace unas semanas en la Fundación Economía y Salud realizamos nuestro segundo Foro Bienal. Entre otras muchas cuestiones muy interesantes, tuvimos como conferenciante a Mounir Marhaba, Consultor internacional que nos habló sobre la sanidad de su país: Canadá. Sobre el tema he tenido la oportunidad de conversar con él en diferente ocasiones. Y yo saco tres conclusiones (o lecciones) muy interesantes sobre el sistema canadiense: La gestión del presupuesto sanitario se realiza a partes iguales por el gobierno central y por el regional, todos los hospitales son públicos y los médicos son business man.

Esto visto desde nuestro prisma y desde nuestro Sistema Sanitario Público es una contradicción, un galimatías imposible. Pero así es. Los hospitales son públicos, pero la gestión no es directa por parte de las administraciones públicas, y los profesionales se adscriben a ellos en un régimen de profesionales liberales que les permite desarrollarse como tales. Cada uno es responsable de su carrera y va tomando sus decisiones con respecto a ella, supongo que con aciertos y errores, con menor o mayor suerte, de una manera cíclica.

El ejercicio libre de la profesión es el extremo opuesto al de estatutario, donde la igualdad salarial y condiciones propios de la función publica coarta cualquier atisbo de repercusión económica y de desarrollo profesional de cualquier iniciativa personal, más allá de la satisfacción personal, tal vez del equipo de trabajo y quizás algún punto para en un futuro algún tipo de mejorilla. “El médico camina hacia la pérdida de su prestigio de experto en el hombre, para pasar a ser un burócrata”, escribió Gregorio Marañón hace 52 años en su libro la La medicina y nuestro tiempo.

Y si alguno les parece injusto el sistema canadiense, donde las desigualdades entre los médicos se dan como consecuencia de las decisiones y esfuerzos de cada cual, créanme que más injusto es el sistema español: Unos cuantos tienen su plaza en propiedad y otros, en el otro extremo, encadenan contratos por días, horas o en función del servicio, sin posibilidad de mejora por mérito ni capacidad. Se dan casos en ese marco de que algunos hagan más esfuerzo que el propietario y con unas condiciones tan opuestas que bien se podría afirmar que también aquí hay clases. De las cuales es muy difícil salir si no se abandona el sistema.

Nada más lejos de criticar (ni mucho menos juzgar) a aquellos que tienen plaza en propiedad, pues cada cual buscar su mejor estatus dentro de las posibilidades que se le ofrecen. Y eso, además de legítimo, es lo más razonable.

Creo que es urgente repensar nuestra sanidad pública. Me siento éticamente obligado a decirlo bajo el convencimiento que los cambios necesarios son tan radicales que se me antojan imposibles en la España actual. Y esto lleva al fracaso de la Gestión Pública (o directa) de la sanidad. Porque una sanidad pública no puede calificarse de exitosa si no es satisfactoria para los ciudadanos y para sus profesionales (que también son ciudadanos), además de viable desde el punto de vista financiero.
..Antonio Burgueño Jerez

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