La vacuna del zika no estará disponible antes de 2020

Hace un año las previones eran optimistas ante la cercanía de una vacuna frente al zika. En el verano pasado el National Institute of Allergy and Infectious Diseases (NIAID, USA), informaba de que se disponía a emprender un ensayo clínico en fase I con un producto candidato a vacuna, basado en un fragmento de ADN no infectivo, con el que esperaba poder emprender nuevos estudios en el presente año.

Ahora, Margaret Chan, Directora General de la OMS, hace un repaso de la situación actual y los avances del pasado año 2016, y reconoce que no podrá contarse con una vacuna efectiva y segura frente al zika, para usar en las mujeres embarazadas, antes de 2020.

En 2007, en la isla Yap, en el Pacífico oeste, se sitúa el primer brote de zika registrado. Después, en 2013-14, en la Polinesia francesa. Y en 2015, en Brasil, donde la enfermedad ha mostrado una cara especialmente preocupante, en forma de complicaciones neurológicas (síndrome de Guillain-Barré) y en el feto (microcefalia y otras anomalías graves) y por su elevada capacidad de extensión. El 1 de febrero de 2016, la OMS declaró que se trataba de una “emergencia de salud pública de interés internacional”, aunque rebajó esta calificación en noviembre pasado, después de comprobar los avances en el conocimiento del microorgnanismo y su comportamiento.

Sin embargo, en el terreno de la prevención los avances han sido escasos. El WHO Vaccine Pipeline Tracker es una herramienta actualizada con regularidad, en la que se muestra el estado de desarrollo de vacunas frente al VIH, paludismo, VRS, dengue, zika, tuberculosis y ébola. En el caso del virus del Zika, de unos 40 productos candidatos a vacuna, solo 4 cuentan con estudios en fase I en marcha y de estos, dos son los que parecen tener más posibilidades de desarrollo. En un caso es una vacuna basada en ADN viral (VRC-319) y en el otro, una vacuna inactivada y adyuvada (ZPIV).

El desarrollo de vacunas frente al virus del Zika tiene por delante importantes dificultades: varios modos de transmisión, aparte del mosquito vector, persistencia del virus en los infectados durante un tiempo prolongado, interacción compleja con otros flavivirus, necesidad de proteger de forma segura a las mujeres gestantes. Por ello y aunque constituye una prioridad para las autoridades estadounidenses, como reconoce ahora la OMS, debemos prepararnos para un proceso largo.

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