Un nuevo paradigma médico: del modelo de pasivos a un modelo de activos en atención primaria y comunitaria

Contemplando el modelo médico actual en atención primaria es fácil reconocer un modelo de pasivos donde, las personas con poca capacidad de influir en su salud por motivos varios, entran en contacto con el sistema sanitario únicamente cuando enferman, estableciendo relaciones a partir de ese momento de dependencia hacia el sistema, cerrándose un círculo empobrecedor y poco eficiente para usuarios, profesionales y para la institución sanitaria.

Ante esta realidad, la óptica no patogénica centrada en una perspectiva salutogénica (Antonovsky,1987) o de la salud positiva (Scales, 1999) podría introducir un modelo de activos realmente interesante, transformador y complementario al modelo sanitario actual. En esta nueva mirada la atención primaria y comunitaria tiene ante sí un reto importante.

La implantación de un modelo de activos conlleva que el contacto con el personal sanitario no comience con la aparición de un problema, sino mucho antes, cuando la persona sana acude al profesional sanitario para ser acompañado en el desarrollo de habilidades, capacidades y talentos internos que les empoderan convirtiéndose en gestores de su propia salud y bienestar en el día a día.

Este modelo de activos es enriquecedor por dos motivos, por un lado, por aumentar la autoestima, el poder y la responsabilidad de la persona sobre su salud y por otro lado, por la labor tan importante de promoción y de prevención que este cambio de actitud produce.

Sabemos que hoy alrededor del 60% de las enfermedades más prevalentes tienen un origen epigenético, es decir, que son los estilos de vida actuales los responsables de activar genes de enfermedad. Entonces, ¿Por qué esperar a que una persona enferme de diabetes para darle información de estilos de vida para gestionar mejor sus glucemias?. ¿Por qué no dedicar tiempo en educarles y empoderarles en hábitos saludables como la nutrición, la actividad física o la gestión óptima de sus emociones antes de la aparición de esta u otra enfermedad? ¿Y si el médico de familia se convirtiese no solo en un médico asistencial sino también en un mentor de salud?

Cada vez hay más evidencias científicas que reflejan la relación del cáncer, de la obesidad o de enfermedades cardiovasculares con determinados patrones alimentarios, pero también otras evidencias hablan de su relación con un sueño de mala calidad o con la ausencia de ejercicio físico, por ejemplo. ¿Por qué no usar ese conocimiento para reciclar las pautas o estilos de vida recomendables en la actualidad y reforzando en ese cambio, un enfoque biopsicosocial de la persona?

¿Y por qué un enfoque biopsicosocial? Si analizamos uno de los patrones de vida que más patologías origina, el estrés crónico, sabemos que es responsable de un amplio abanico de enfermedades relacionadas con trastornos neuroendocrinos como la resistencia a la insulina y el síndrome X o el Alzheimer o con trastornos del sistema inmune como tiroiditis autoinmunes o gran variedad de neoplasias. Ante esto, ¿qué se puede hacer desde la atención primaria?. Un paso podría ser trasladar el conocimiento que tenemos sobre la psiconeuroinmunoendocrinología del estrés tratando recursos internos que fortalezcan la salud biológica y talentos que muestren el camino para gestionar el principal activador del estrés en la actualidad: el miedo. Sí, el miedo.

Si no pensemos porque me estreso en una caravana ¿acaso es un peligro de muerte? ¿O porque lo hago cuando tengo que enfrentarme a una persona para defender mis intereses o con un hijo que empieza a tener problemas de conducta?. El miedo a fallar, a ser incompetente, a perder un estatus socioeconómico, a no ser querido o aceptado y otros sin fin de miedos son parte clave de esas vivencias internas que hoy activan y cronifican una respuesta de supervivencia diseñada para darnos salida biológica y no diseñada para solucionar problemas existenciales en nuestra esfera psicológica.

Así pues, es momento de reinventarnos y de reciclar el uso que hacemos de nuestro cuerpo. El primer paso es cambiar todos de actitud, abandonar la pasividad y recuperar nuestro poder y nuestra responsabilidad sobre el hecho de mantenernos sanos y potenciar el bienestar.

Los médicos de atención primaria tenemos una importante tarea en la implantación de un modelo complementario basado en la educación en salud y en la promoción de recursos internos y talentos para acompañar a las personas hacia una salud positiva para crear salud y bienestar en el individuo y en la comunidad, más allá de la prevención primaria de la enfermedad.

Los profesionales de la salud tenemos un reto en la actualidad de estudiar e investigar en los recursos internos y en las fuerzas internas generadoras de salud que tiene el ser humano y traducirlas a la práctica diaria como nuevos hábitos de vida saludables que abarquen al individuo como un ser biopsicosocial.

La creación de escuelas de salud en los centros de atención primaria o la educación en la asistencia clínica pueden ser unas buenas opciones de inicio para educar y promocionar la salud. Disciplinas científicas de reciente aparición como la nutrición ortomolecular, la nutrigenómica, la nutrigenética, la cronobiología o la psico-neuro-inmuno-endocrinología pueden ser una fuente de estudio crucial en la búsqueda de conocimiento científico que sustente la elaboración de nuevos planes de acción y de hábitos saludables actualizados.

Para que este cambio en positivo se dé, los tres protagonistas del sistema sanitario tenemos que concienciarnos y colaborar cada uno desde su área de poder para hacer posible el caminar todos juntos hacia la salud y el bienestar individual y comunitario.
..Dra. Lourdes Tomás. lourdestomas

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