Dentistas “Todo a cien”

En un conocido restaurante de comida rápida destaca un anuncio que llama la atención de los comensales: “Con cada hamburguesa especial te regalamos una limpieza de boca. Clínica X-dent” Inaudito, grotesco, vergonzoso. Qué está pasando en una profesión tan respetable como la Odontología para que se llegue a estos niveles de degradación.

Famosos anunciando implantes baratos, descuentos, promociones dos por uno, prestaciones gratuitas, garantías de por vida, ¡todo a cien señores! Un mercadillo de pueblo no se promocionaría mejor que estos mercachifles de la salud. Esta práctica mercantilista ha provocado los conocidos casos de fraudes, engaños y perjuicios para la salud que aparecen a diario en los medios. Personas bienintencionadas y poco informadas, que acuden prestas a los reclamos publicitarios de estas clínicas comerciales y se han quedado sin dinero, sin dientes y sin salud. Un problema cuya etiología se remonta treinta años atrás, cuando las altas esferas políticas decidieron socializar una profesión que entonces gozaba de buena salud y de ciertos privilegios (seguramente reales) siendo pocos los que podían permitirse sus servicios, dado su elevado coste. Se creó la licenciatura de Odontología para adaptarse a Europa, desapareciendo la Estomatología como especialidad de Medicina.

El paso siguiente fue la multiplicación de facultades de Odontología en universidades públicas y privadas, pasando de dos a veintiuna en un periodo corto de tiempo. La consecuencia es que en la actualidad hay tres veces más dentistas de los que se necesitan, siendo este el origen de todos los problemas.
Los empresarios e inversores se percataron de ésta circunstancia, que favorecía las perspectivas de negocio en el sector dental gracias a una abundante y bien cualificada mano de obra barata, a una normativa laxa en materia laboral que permite contratos fraudulentos, exceso de horas de trabajo y presión sobre los profesionales contratados para sacar el máximo rendimiento económico de cada paciente a su cargo, bajo la amenaza de despido sobre los que no acepten sus condiciones. Si a ello le sumamos un atractivo ahorro en materiales y equipamientos baratos, la conclusión es que se pueden obtener jugosos beneficios de las clínicas dentales, aunque sea a costa de la salud de sus pacientes. Es importante para los usuarios diferenciar claramente los dos tipos de clínicas dentales que existen, para que puedan elegir libremente. Por un lado tenemos las mencionadas clínicas marquistas, franquicias, clínicas propias de aseguradoras y macroclínicas con numerosas sucursales que conocemos a través de los anuncios de la televisión y la radio, y por otro las clínicas de titularidad, en las que el dueño o dueños son dentistas y trabajan en ellas como responsables. Es importante conocer sus diferencias porque puede estar en juego nuestra salud. La mayoría de las clínicas marquistas tienen como propietario a un empresario ajeno a la profesión, que invierte en ellas, no porque tenga un especial interés en mejorar la salud bucodental de la población, sino para hacer rentable su inversión, es decir, para ganar dinero.

Esta es la prioridad de las clínicas marquistas y para ello emplean métodos comerciales basados en la publicidad y el reclamo para atraer a su clientela, la financiación previa al comienzo del tratamiento y la persuasión mediante métodos de venta comerciales para que se elijan las soluciones más costosas, que no siempre son las más convenientes. El otro modelo de clínicas es el que conocemos de siempre, que denominamos clínicas de titularidad, en las que el dueño y responsable es el dentista o un equipo de dentistas, cuya prioridad es la salud de sus pacientes. Hay un hecho muy claro en este modelo, al dentista dueño de su clínica le interesa llegar a la excelencia en el tratamiento a sus pacientes pues con ello logra que vuelvan y que les recomiende a las personas de su entorno. Por tanto la elección de este tipo de clínicas tendrá cuatro ventajas: La seguridad, pues el profesional que te atiende va a estar siempre en la clínica, para futuras revisiones o cualquier eventualidad o urgencia que pueda surgir. La confianza, ya que el trato prolongado con el mismo dentista crea unos lazos de familiaridad que se acrecientan con el tiempo, ayudando a superar el miedo y a despejar las dudas. Calidad en los materiales y en el equipamiento, así como en la puesta al día en los últimos avances. La ética, ya que son los más interesados en no hacer tratamientos innecesarios y en ofrecer las mejores soluciones, después de estudiar todas las opciones. Una buena elección de clínica y dentista es el primer paso para garantizar un buen tratamiento y evitar fraudes, engaños y problemas de salud. No hay que dejarse seducir por la publicidad porque en temas de salud lo barato siempre sale muy caro.
Dr. Carlos Leopoldo García Álvarez. Presidente de la Asociación Profesional de Dentistas (APDENT)

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