Hablamos, discutimos, pero no solucionamos

Ahora que todo el mundo se reúne, que todos los partidos buscan consenso, que el mosaico de padres de la patria es de lo más plural, que se pone el acuerdo en lo que funciona y no en la crítica, ahora que todos los políticos ponen el énfasis en lo que quiere y desea la ciudadanía, no se habla de sanidad.

Pues bien, nada mas lejos de la realidad, no solo ha sido clamorosa su ausencia en los debates de precandidatos a cargos de partido, de preguntas en el parlamento, de denuncias mediáticas etc, si no que estando en jaque la financiación y continuidad del modelo, y pasando los días con cotas de calidad cada vez mas propias de países en desarrollo, que de los llamados de nuestro entorno, nos centramos en lo trascendental, que no fundamental, en lo etéreo, que no objetivo, y seguimos sin buscar soluciones a medio y largo plazo del deterioro que excava los cimientos de lo que un día fue sanidad modelo.

La mejora de la financiación del sistema sanitario público es a todas luces imprescindible ante la evidencia del déficit generado y comparando el gasto con el de los países de nuestro entorno. Máxime cuando observamos que con una ínfima cantidad de lo que ha movido la corrupción que tanto nos asusta, se hubiera no solo mantenido sino que mejorado nuestros estándares crediticios de calidad asistencial, ante la comparación mundial de los sistemas del resto de países.

Hay que tener en cuenta además las características obsoletas de nuestro modelo, recogidas en la Ley General de Sanidad de 1986. No se tiene en cuenta los factores que generan el gasto desmesurado, y por supuesto no se vela por ese servicio de salud que pase lo que pase en las diatribas políticas, será el ciudadano el que lo financie.

La educación para la salud es una asignatura pendiente, por eso la medicina fracasa

Seamos rigurosos y objetivos con los factores que nos perturbarán y seguirán aumentando el gasto. Además del envejecimiento, la tecnología, el aumento de población, debemos tener en cuenta al propio ciudadano, en relación a su comportamiento y a hábitos en relación con su salud y con la de los demás, y en relación también con la utilización que de los servicios sanitarios hace. La educación para la salud es una asignatura pendiente, por eso la medicina fracasa y hay enfermedades, los aspectos de cuidados de salud y preventivos están en el baúl de los recuerdos, en segundo lugar es importante también la importancia de los profesionales en la toma de decisiones, en relación a las pruebas y tratamientos más idóneos para los pacientes. Y el sesgo que produce una gestión politizada y economicista, en vez de la gestión profesional y basada en la evidencia.

Este es un factor menos valorado, pero que actúa sobre el gasto de una manera inconmensurable, decisiones políticas sobre la planificación y organización de los servicios, sobre la estructura organizativa y su colosal dimensionamiento, así como también la legislación de carácter general, que incide sobre el sector sanitario, y que además no puede influir en los precios y regulación como otros sectores

El paquete de las decisiones políticas de planificación y organización, regulaciones a veces discutibles, supuestamente, persiguen la mejora en la calidad y seguridad de los servicios, pero lo que es seguro es que condicionan también el gasto. De este modo, las inversiones para abrir nuevos centros u ofrecer nuevos servicios parecen preocupar más que sostener el gasto de su funcionamiento futuro, cuando la equidad de acceso geográfico es tomada como prioridad.

Las administraciones son generadoras también de gasto sanitario a partir de sus decisiones

Por tanto, debemos considerar a las propias administraciones del Estado y de las Comunidades Autónomas como generadoras también de gasto sanitario a partir de sus decisiones. No se actúa con criterios, ya no de eficiencia, efectividad y eficacia, sino teniendo en cuenta el más mínimo, sentido común, para con las necesidades reales de cobertura de cartera de servicios y racionalización del gasto, con un mínimo criterio profeisonal y a veces ético, como paradigmático y reciente ejemplo, las fusiones hospitalarias revertidas en Andalucía.

Mucho se podría hacer con el gasto si se diera un acuerdo razonable y sostenible con los agentes sociales, los profesionales y los usuarios en un sector con intensidad en la utilización de recursos humanos y con una importante carga social.

Criterios y gestión profesional, presupuestos finalistas e implicación responsable de todos los participes en el mantenimiento de un bien tan preciado como es la cobertura sanitaria universal, deberían ser mandamientos de obligado cumplimento para ser lo que se era y sin duda mejorar en cotas de calidad

Hay que poner fin sin más remedio a este “parcheo” en la patología de insuficiencia financiera del sistema sanitario público, agravada con los PGE de 2017. Todo ello ha favorecido la inequidad, en las prestaciones, y lo que es peor un descenso en la calidad asistencial prestada, que comienza a alarmar.

La financiación finalista es la clave de cualquier solución

Ahora precisamente, que todo el mundo dialoga, que solicita pactos de estado, que pide regeneración, que pide hacer causa con los deseos de la población, y que se empieza a hablar del empoderamiento de la sociedad civil establezcamos unas bases sólidas.

Estamos ante una la mejor oportunidad para resolver de manera definitiva un problema antiguo que ha ido parcheándose, mal resuelto y que la crisis ha desnudad y hecho visible. La financiación finalista es la clave de cualquier solución, si no se pone en marcha la sanidad seguirá siendo la excusa de todas las CCAA, para conseguir una financiación que ellas mismas se encargan de despilfarrar en otras cosas, por eso rechazan este sistema, olvidando que es el único con capacidad para garantizar la protección de la salud para todas las personas en todo el territorio del país.
.. Dr. Francisco M Toquero de la Torre. Ex Vicesecretario de la OMC

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