Publicado en El País Desde la época de Leonardo da Vinci (al que algunos consideran el primer Ingeniero Biónico, ya que estudió los principios de funcionamiento de los seres vivos para aplicarlos en el diseño de máquinas), la Naturaleza ha inspirado muchas de las mejoras de la tecnología humana. Sin embargo, el siglo XXI nos ha conducido a un terreno con el que solo habíamos soñado en nuestras ficciones científicas más alocadas (aunque a veces parezca que nos prometieron una sociedad con coches voladores y nos trajeron Twitter, como decía Peter Thiel). El pasado mes de febrero, en el World Government Summit de Dubai, el visionario millonario y tecnólogo Elon Musk aventuró una teoría muchas veces soñada, pero nunca tan realizable como ahora. Musk es, para muchos, el trasunto en el mundo real del ingeniero millonario Tony Stark, aka Ironman, es decir, el hombre capaz de usar la ingeniería para mejorar las prestaciones digamos “de serie” del cuerpo humano.