Publicado en El Confidencial Veinticuatro meses después de que el microbiólogo Rino Rappuoli lanzara su vacuna contra la tosferina, la enfermedad era erradicada de su Italia natal. Era 1995. Unos años más tarde, el investigador hizo historia otra vez al desarrollar una vacuna contra el meningococo b, la bacteria responsable de un tipo de meningitis que había derrotado a los vacunólogos durante más de cincuenta años. Su tecnología transformó la inmunología y esta semana le ha valido el Premio Inventor Europeo 2017 en la categoría de Logro a toda una vida, entregado por la Oficina Europea de Patentes en Venecia. “Las tecnologías disponibles no funcionaban contra el meningococo b. Todos, nosotros incluidos, habíamos fracasado durante los 90. No sabíamos cómo solucionar el problema”, recuerda Rappuoli. Entonces llegaron Craig Venter y la secuenciación del genoma humano: “Fue revolucionario, por primera vez podíamos leer las ‘huellas dactilares’ de un ser vivo. Pensamos que podíamos usar ese sistema para buscar algo en el genoma de la bacteria que no hubiéramos encontrado con los cultivos”.