¿Reajuste de camas hospitalarias disponibles en verano? Pues claro

Hace pocas fechas presentábamos en Valladolid, en la sede de la Consejería de Sanidad del Gobierno de Castilla y León, el libro 100 medidas de la Fundación Economía y Salud. En esos días se anunciaba que por las fechas estivales se cerrarían camas en dicha Comunidad Autónoma. Al terminar el acto uno de los medios presentes me colaba la pregunta sobre mi opinión de los cierres de camas en verano. Mi respuesta estuvo en la dirección que van a apuntar estas líneas.

No conozco con detalle los pormenores de la decisión del gobierno de Castilla León, los cuales tampoco son relevantes para esta reflexión. Pero como concepto entiendo que el reajuste de camas es una decisión razonable. Y es una cuestión generalizada en el País que lleva a que se cierren más de 10.000 camas en el conjunto nacional. Es una decisión basada en la lógica de la oferta y la demanda que también funciona en el sector sanitario. Es una cuestión que puede ser elevado a lo político (por el origen de la misma) pero que es una decisión técnica, de ajuste de los recursos a la realidad. Dicho en “román paladino”, si no hay pacientes para operar porque se van de vacaciones, si hay menos médico que operen, si no hay tantos pacientes con urgencias, pues lo lógico es adaptar los recursos disponibles a esa realidad, pues de lo contrario se estaría malgastando el dinero público. Lo mismo malversando es un término un poco exagerado, pero por ahí va la cosa.

Es curioso este fenómeno pues se podría pensar en buena lógica que si se mantienen los recursos abiertos se podrían aliviar listas de espera, pero al final los profesionales tienen la extraña costumbre de irse de vacaciones en verano y sustituirlos supondría un coste añadido. Es en este tema donde se critica fundamentalmente la decisión, pues se pide que se reemplace a los profesionales. Pero la realidad es muy distinta, pues aunque se hiciera un porcentaje mayoritario, los pacientes no están dispuestos a veranear en el hospital y luego estar convaleciente en su domicilio en unas fechas en las que se está mejor veraneando. Además dicho reemplazo de personal masivo tendría otro problema añadido: la calidad del servicio, pues por muy buenos que sean dichos profesionales (no seré yo quien lo ponga en duda), no conocen bien el funcionamiento del hospital, los protocolos, lo procedimientos. Y lo que es peor: a los pacientes.

Y por el contrario, hay zonas donde el fenómeno veraniego es más bien el contrario, como es el caso de las zonas costeras: aumenta el número de personas en la zona, lo que hace necesario reforzar servicios del hospital, como son las urgencias, pero paralelamente pueden disminuirse los recursos en otros servicios. En fin, como comentábamos al principio la vieja ley de la oferta y la demanda, que en este caso debe aplicarse para ser entendida con visión nacional y no localista, pues la gente no desaparece por arte de magia, ni aparece por la misma fórmula, sino que cambia de lugar.
Aunque sea una decisión tomada en el ámbito político, es una decisión técnica, de gestión administración eficiente de los recursos. Y es en ese ámbito donde debe ser evaluada y debatida.
..Antonio Burgueño Jerez

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