Diego López Llorente es Licenciado en Odontología, Executive MBA y especializado en la Gestión del Sector Salud. Además ha realizado el Programa de Dirección de Instituciones Sanitarias organizado por IESE Business School y el SESCAM. Como miembro del Comité de Expertos de la Fundación Economía y Salud ha participado en la realización del libro 100 medidas que mejoran el sector de la salud siendo responsable de la mesa Benchmarking y competencia interna para mejorar. Ha atendido a iSanidad. Lo mejor de la Sanidad para explicar su visión personal.
¿Mejora el sistema sanitario con la transparencia de la información, los indicadores y la realidad de la salud de la población?
Nos equivocaríamos si negáramos que la sociedad cada vez reclama unas instituciones más transparentes, en las que se conozca el funcionamiento de las mismas y donde se invierte cada euro aportado por los ciudadanos. El sector salud (la “joya de la corona” de nuestro país) no debe ser una excepción.
Además, estoy completamente convencido, que los indicadores son imprescindibles a la hora de monitorizar el funcionamiento de nuestros hospitales y centros sanitarios, evaluar sus fortalezas y sus debilidades, planificar las necesidades sanitarias de una población y, sobre todo, a la hora de tomar decisiones clínicas y de gestión basadas en datos objetivos. El indicador no debe ser un fin en sí mismo, debe ser un medio para mejorar nuestras deficiencias y buscar el camino de la excelencia.
Ya lo dijo hace muchos años Galileo: “Mide lo que puedas medir; y lo que no, hazlo medible”. Cada vez que un paciente pisa una institución sanitaria genera una cantidad inmensa de datos: Desde los datos propios del pacientes (edad, sexo, patologías que presenta, etc.) pasando por los consumos que ha generado en el centro, las pruebas que se le han realizado, la intervención a la que ha sido sometido, los fármacos que se le han suministrado y prescrito, el coste de los recursos que ha consumido, etc. hasta llegar a datos de resultados en salud o datos de calidad real y percibida. Además, si vamos un poco más allá (y creo sinceramente que sí que debemos ir), a día de hoy y gracias a la revolución tecnológica que estamos viviendo, los ciudadanos en nuestra propia casa o por ejemplo, en actividades tan cotidianas como la práctica de deporte, generamos gran cantidad de datos, que pueden ser muy interesantes desde el punto de vista sanitario (monitorización de constantes vía app, numero de pasos caminados al día, mediciones de glucosa domiciliarias en pacientes diabéticos, etc.). Además, tenemos disponibles datos ambientales (por ejemplo, niveles de contaminación), datos laborales (por ejemplo, el coste de las bajas por enfermedades), etc. que junto a los datos que generan los ciudadanos en su día a día y los datos sanitarios propiamente dichos, hacen que tengamos una masa enorme de datos disponibles.
Todos estos datos deberían ser normalizados, almacenados y explotados periódicamente para que sean de utilidad para los clínicos y los gestores y así contribuir a la mejora del sistema.
Cada vez que un paciente pisa una institución sanitaria genera una cantidad inmensa de datos
¿Se pueden comparar indicadores de sanidad tanto en su vertiente pública y como privada?
Tenemos experiencias de benchmarking y comparación de datos sanitarios en distintas comunidades e instituciones privadas. Casi todos se circunscriben a datos generados en hospitales. Ejemplo de ello es la Central de Resultados de Cataluña o el Observatorio de resultados de la Comunidad de Madrid. En el ámbito privado tenemos experiencias de comparación de indicadores tanto por parte de consultoras y otras empresas, así como por parte de instituciones, como por ejemplo el IDIS que presenta anualmente un estudio en el que de forma agregada presentan una serie de indicadores, en el que participan todos los hospitales que son parte del IDIS.
Obviamente, la primera norma imprescindible a la hora de comparar es presentar las “reglas del juego”. Es decir, implementar y consensuar con todos los representantes de los distintos agentes implicados, la metodología que se va a utilizar y cuáles son los indicadores que vamos a comparar. Está claro que a priori, no todos los hospitales se van a poder comparar con otros, dado que no tendría mucho sentido comparar, por ejemplo, el funcionamiento un hospital como La Paz con el de un hospital comarcal de 50 camas, o con un hospital privado que se dedique en exclusiva a la obstetricia, dado que la propia estructura de los centros, las carteras de servicios, la complejidad de los mismos, etc. no son comparables. En cambio, hay otros indicadores, como por ejemplo, los relativos a la calidad asistencial, sí que podrían compararse.
La primera norma imprescindible a la hora de comparar es presentar las “reglas del juego”. Es decir, implementar y consensuar con todos los representantes de los distintos agentes implicados, la metodología que se va a utilizar y cuáles son los indicadores que vamos a comparar
En ocasiones la tecnología es un freno porque los datos están recogidos de manera que no se pueden comparar unos sistemas con otros, ¿cuánto ayuda y qué necesidad hay de tener sistemas de recogida de datos comunes?, ¿es una posibilidad?
En mi opinión, la tecnología es un agente facilitador para la recogida, almacenamiento y explotación de datos.
Gracias a la tecnología tenemos datos disponibles en las distintas fuentes de información de las instituciones sanitarias (Historia Clínica Electrónica, aplicaciones departamentales, herramientas de gestión de costes, el Conjunto Mínimo Básico de Datos, sistemas de información poblacional, etc.)
En este aspecto hay que avanzar mucho en el camino de la interoperabilidad de los sistemas de información sanitarios y para ello es necesario que todas las instituciones sanitarias de nuestro país, así como las empresas proveedoras de sistemas de información sanitarios, se pongan de acuerdo a la hora de generar estándares de interoperabilidad entre los distintos sistemas. De nada sirve tener sistemas de información punteros si actúan como departamentos estancos y no se hablan entre sí.
Hay que ponerse de acuerdo en estándares de interoperabilidad
El siguiente paso sería crear un repositorio en el que no solo se puedan unir todos los datos sanitarios (procedentes de hospitales, Atención Primaria, Atención Sociosanitaria, etc.) sino que puedan explotarse en conjunto con ese otro tipo de datos que hablábamos antes (ambientales, laborales, apps, etc.), ya que nos permitiría tener una perspectiva mucha más global del sistema y de la población.
A veces la competencia muestra los problemas de las organizaciones, ¿esto sigue siendo un problema en el s.XXI?
Creo que la competencia muestra lo mejor y lo peor de cada uno. ¡¡¡Y de eso se trata!!! En el mundo empresarial, la ausencia de competencia hace que existan empresas que se relajen y den un peor servicio al consumidor. Esto, lo hemos visto con muchos sectores del tejido empresarial.
Haciendo un símil con el sector sanitario, la competencia permite a las distintas instituciones sanitarias, no sólo ver sus defectos, sino buscar el camino para mejorar y copiar las distintas experiencias exitosas de otras instituciones sanitarias. Esto no quiere decir, ni mucho menos, que si no existiera competencia, los propios clínicos y gestores no intentaran avanzar por el camino de la excelencia. Pero, por ejemplo si un clínico observa que en el hospital de al lado se interviene una determinada patología con una técnica específica que les permite reducir la estancia media de los pacientes, reducir las complicaciones y comorbilidades y además les permite optimizar el uso de sus recursos y aumentar la calidad percibida por los pacientes, con toda probabilidad, este profesional se interesará por ver cómo es esa técnica y tras estudiar el perfil de sus pacientes y asegurarse que la puede implementar en su centro, empezará a aplicarla para mejorar la calidad de la asistencia que presta a sus pacientes. O, por ejemplo, si un gestor observa que en un hospital como el suyo, con la misma actividad y estructura, los indicadores son mejores que en su centro, el directivo se interesará por ver qué está haciendo ese otro hospital diferente al suyo y plantearse si tiene opción de mejora de sus procesos para mejorar en esos indicadores y por tanto que esto redunde en la mejora de la calidad de la asistencia prestada a sus pacientes.
Todo esto sería imposible sin un sistema de información transparente y detallado que permita ver de forma compartida, qué carencias tenemos en nuestros centros, cuáles son las fortalezas de los otros, copiar las mejores prácticas y así avanzar entre todos por el camino de la eficiencia para llegar a conseguir la conocida triple meta de la sanidad: mejor salud, mejores cuidados y racionalización del gasto.
La competencia permite a las distintas instituciones sanitarias, no sólo ver sus defectos, sino buscar el camino para mejorar
¿Qué agentes deben estar implicados para que el sistema mejore y compartir los datos no sea un fracaso?
Todos los agentes del sector deben estar implicados. En entornos sanitarios es fundamental el trabajo y colaboración de clínicos, gestores, personal de informática, departamentos como control de gestión y documentación clínica, expertos en análisis de datos, etc. Por otro lado, no sería razonable dejar de lado a las empresas de sistemas de información, que tanto know how pueden aportar al sistema.
Es fundamental un liderazgo fuerte e independiente que sea capaz de aglutinar, canalizar y dar forma a este tipo de proyectos
Sin duda pienso que los proyectos exitosos son los que surgen desde las bases y consiguen seducir a los gobernantes, por ello creo que desde los distintos hospitales, tanto públicos como privados, se debe avanzar y reclamar un modelo común de análisis y explotación de datos y resultados. Por otro lado, es fundamental un liderazgo fuerte e independiente que sea capaz de aglutinar, canalizar y dar forma a este tipo de proyectos, para conseguir crear un organismo nacional que actúe a modo de Observatorio Nacional de Resultados del Sistema de Salud en el que se aglutinen datos de funcionamiento, calidad, actividad y resultados en salud de todo nuestro sistema sanitario, tanto público como privado y que a su vez sea el encargado de garantizar la veracidad de la información, el cumplimiento de la normativa referente a la protección de datos y la difusión de los mismos a todos los agentes implicados del sistema.
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