Publicado en El País El tratamiento contra la hepatitis C se convirtió el año pasado en el caballo de batalla entre los gobiernos (no muy contentos con la idea de gastar millones en el tratamiento) y los enfermos, desesperados por recibir el medicamento que les salvaría la vida. De repente, había esperanza. Eso sí, acompañada de un negocio millonario. Por eso, cuando el pasado mes de mayo en la hermosa Santa Fe (EE UU), escuché de boca de John McHutchison, uno de los científicos detrás del fármaco, que una ecuación diferencial fue clave para llegar a ese descubrimiento, confieso que fue emocionante (sí, uno se puede emocionar con una ecuación diferencial).