Publicado en Con Salud La primera ministra británica Theresa May ha ordenado esta semana una investigación sobre el escándalo de sangre contaminada con hepatitis C y VIH que causó la muerte a 2.400 personas tras infectarse al recibir transfusiones sanguíneas entre los años 1970 y 1980. La oficina de la jefa de gobierno británica lo ha anunciado después de que durante años políticos y activistas se hayan pronunciado a favor de esta investigación completa sobre el caso. Será una comisión especial independiente la que tenga en cuenta las opiniones de los afectados para desarrollar el procedimiento judicial que dirimirá este asunto que puso en jaque el sistema de salud británico durante esos años. El gobierno estableció en marzo pasado un esquema de pago para los afectados con la sangre contaminada, en su mayoría enfermos de hemofilia, pacientes que necesitan la transfusión regular de sangre para hacer frente a la enfermedad.