Los pilotos de la sanidad… hablando de innovación

“En sanidad hay más pilotos que en las compañías áreas”, declaraba el Director de Innovación FENIN, Angel Lanuza, en el programa valor salud del pasado viernes. Las compañías tecnológicas y muchas iniciativas particulares (a veces de los propios profesionales clínicos), que desarrollan innovación tienen muchas dificultades de incorporarse al proceso asistencial del paciente y al día a día de la atención sanitaria. Y se plantean habitualmente primeras experiencias, denominadas pilotos, que casi siempre se quedan en eso.

Si hablamos del sistema sanitario público, nos encontramos ante una organización férrea, burocrática, tanto en lo operativo como en los procesos de compra. La consecuencia es que hay dos velocidades de innovación: las que llevan desde los promotores y organizaciones empresariales que trabajan en ello y que lo tienen en su ADN, y la del Servicio Sanitario. Y no es que no se implementen innovaciones, que si se hace, insisto.

No pretendo en unas breves líneas aportar soluciones a un complejo asunto que carece de soluciones milagrosas, y máxime cuando en estas tribunas tan solo se pretende hacer una reflexión.

En esa línea reflexiva me viene a mi mente una interesante experiencia en la que tuve a ocasión de participar, cuando la compañía SIEMENS se planteó un proyecto denominado Siemens One, el cual tenía un doble objetivo: unificar la oferta en sectores estratégicos clave y cambiar de la venta de producto (chatarra) a soluciones tecnológicas, integradas en proyectos de mejora del sistema que incluían soluciones organizativas. Es decir, que la propuesta de valor incorporaba el apoyo en el camino y en el proceso de mejora.

En algún momento escribí una frase que no es mía: 200.000 soluciones en busca de problemas… Tal vez no todas sean soluciones reales, tal vez muchas busquen solucionar los mismos problemas, tal vez no exista dicho problema realmente, tal vez se basen en la fascinación tecnológica. Pero lo que es seguro que el reto está en canalizarlas para poder ser incorporadas en el día a día de la atención sanitaria. Ese es uno de los grandes restos del marketing de cualquier producto y que debe ser y trabajado: el proceso de introducción de la innovación, teniendo en cuenta quienes son los primeros compradores, quien los seguidores, etc.

Hay que tomarse en serio esto de la innovación. Aquellos que trabajan en pensar y fabrica todo tipo de tecnología desde la más “sencilla” como puede ser una jeringuilla desechable, hasta la más compleja como puede ser un navegador quirúrgico, son colaboradores necesarios para tener una sanidad de la que tanto nos gusta presumir. Una cadena de televisión ha iniciado recientemente un programa denominado “héroes”, apelativo asignado entre otras profesiones a los médicos. Vaya por delante mi reconocimiento a la profesión, pero me resulta injusto para el conjunto de profesionales, no solo clínicos, que trabajan en pos de la mejor sanidad. ¿Qué medicina se podría hacer sin los avances farmacológicos y tecnológicos? ¿Qué milagros se podrían hacer sin el aparataje diagnostico cada vez más preciso que los ingenieros diseñan, que los inversores impulsan, que los productores producen, que los distribuidores distribuyen, que los instaladores instalan, que los de mantenimiento permiten que estén operativos?

El Dr.Hans Schaffer, en su libro La medicina en nuestro tiempo, publicado en 1968, se quejaba de que los pacientes “si se curan es gracias a Dios y si no llaman a un abogado”. Si me permiten quiero en estas líneas poner en valor el papel de todos los intervinientes en la industria sanitaria (en un amplio sentido) para poder hacer una gran medicina, se cure el paciente o no.
..Antonio Burgueño Jerez

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