Midiendo el impacto de la interoperabilidad

La interoperabilidad es necesaria, casi imprescindible. En un mundo totalmente conectado no es compresible que los diferentes sistemas, aplicaciones y dispositivos no interactúen unos con otros para conseguir optimizar el trabajo de los profesionales y ofrecer al paciente la mejor calidad en la atención recibida.

Sin embargo, cuando tratamos de justificar la necesidad y el impacto derivado del desarrollo de una determinada integración nos encontramos con serias dificultades. Y es que no es fácil determinar de forma cuantitativa qué ahorro proporcionará a una organización la implantación de una determina integración o qué grado de mejora en la atención al paciente o en el trabajo de los profesionales generará.

En un entorno socioeconómico complejo, donde cada euro de inversión se mira al detalle, justificar económicamente la implantación de procesos de integración no es sencillo. Y eso complica la aprobación de los proyectos por parte de los dirigentes de las organizaciones, quienes no ven los beneficios obtenidos en toda su dimensión.

El reto de medir la interoperabilidad
Cuando hablamos de medir los beneficios de la integración entre sistemas y dispositivos, algunos de los beneficios que nos vienen a la mente son:

  • Reducción del coste de la atención atribuible a la presencia o ausencia de integración.
  • Mejora en la información asistencial derivada de la transmisión de información interoperable.
  • Mejora de los tiempos de respuesta y atención derivados de la implantación de sistemas interoperables.
  • Mejora en los procesos de toma de decisión basados en el aumento de la información disponible así como en procesos de análisis avanzado.

Algunos de los conceptos anteriores, como pueden ser los relacionados con el coste, son claramente medibles en términos económicos. Por ejemplo, la transmisión de imágenes digitales entre sistemas evitando la necesidad de impresión de placas, es un beneficio claramente cuantificable.

Sin embargo, muchos otros beneficios derivados de la implantación de procesos de integración no se pueden calcular en términos de dinero. Por elegir otro ejemplo, la prescripción electrónica puede medirse en términos de número de prescripciones firmadas por los facultativos pero seguramente sea más complejo medir el grado de mejora en la seguridad del paciente prescrito por medios electrónicos.

Como vemos, no es sencillo determinar eso que se llama ROI (siglas de Return of Investment o retorno de la inversión), no al menos sin invertir una enorme cantidad de tiempo y esfuerzo para generar unas métricas razonablemente objetivas y mesurables.

El beneficio no se relaciona únicamente con el uso de tecnología
Adicionalmente los proyectos de interoperabilidad conllevan, en casi todos los casos, el análisis, revisión y cambios en los procesos operativos de las organizaciones. Es una necesidad derivada del cambio en los flujos de información entre sistemas.

Esta revisión debe y suele ser utilizada para mejorar y optimizar esos mismos procesos, generando beneficios tanto cualitativos como cuantitativos. Estas mejoras pueden deberse al uso de tecnología o simplemente al hecho de hacer las cosas de otra forma más adecuada. Diferenciar de dónde procede la mejora (y por lo tanto el beneficio) se torna casi siempre en una misión imposible.

Coste vs Beneficio. Mejor si estamos preparados
Lo que sí que está claro es que en todos los proyectos de integración es necesario realizar un análisis de coste frente a beneficio (sea del tipo que sea) para determinar la conveniencia o no de llevarlo a cabo.

Una forma de asegurar que los proyectos de interoperabilidad sean más rentablesse obtiene del hecho de que tanto las aplicaciones como los dispositivos así como los equipos de trabajo estén preparados para interoperar, a través si es posible de lenguajes de uso común (como puede ser HL7).

El nivel de interoperabilidad nativa de las soluciones debe ser siempre un factor determinante a la hora de decidir su conveniencia o no. Ya no vale decir que se puede integrar (todo puede hacerse dedicando más o menos esfuerzo) sino que las aplicaciones tienen que haber nacido para ser integradas, para recibir y enviar información desde el primer instante. Sólo a través de soluciones diseñadas para ser interoperables los proyectos serán más rentables y tendrán mayor impacto en las organizaciones.

Trabajar en unas métricas comunes
Por último, y a pesar de que es complejo, los profesionales deberíamos ser capaces de determinar, al menos de forma simple, valores cuantificables que permitan valorar el impacto que tendrá una integración una vez implantada en una organización.

Sería deseable que entre todos trabajáramos en un conjunto de medidas que permitieran demostrar cómo y cuánto de importante será una integración una vez se haya puesto en marcha. De esta forma ofreceríamos a las organizaciones y profesionales argumentos para poner este tipo de proyectos en marcha y que no se queden en el tintero esperando a que haya presupuesto disponible.

Los proyectos de integración son importantes para las organizaciones y para los profesionales. Sin embargo en muchas ocasiones encuentran dificultades para ver la luz cuando no son capaces de medir y demostrar el impacto que sobre las instituciones tendrá su implantación. Encontrar la forma de demostrar su importancia con números será la mejor manera de hacer que se valore realmente su trascendencia y que se desarrolle todo el potencial que puede aportar al mundo de la salud.
..Pedro Gonzalo. Hablando de eSalud

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