Desfibriladores: ¿Quién se responsabiliza del “mal” uso?

La Sociedad Española de Cardiología (SEC) asegura que en España hay 2,6 desfibriladores por cada 10.000 habitantes, mientras que en Alemania hay 11, en Reino Unido 12,9, en Francia 18,5… Así hasta los 25 por cada 10.000 habitantes de Japón.

La política actual es favorecer e incentivar la instalación de estos “pequeños aparatos” que ayudan a restablecer el ritmo cardiaco normal porque la desfibrilzación temprana es un componente determinante en el tratamiento de un paro cardiaco súbito. Ya empiezan a estar disponibles en empresas, centros deportivos, estaciones… Los hay automáticos (DEA) o semiautomáticos (DESA).

Se han abierto cientos de foros en internet para facilitar el aprendizaje para su uso, tanto para personal sanitario como para personal sin conocimientos suficientes. Sin embargo, un Real Decreto indica las normativas de uso en cada Comunidad Autónoma, lo que ya da muestras de su problemática.

En las instrucciones que disponen los DEA’s o DESA’s no vienen las consecuencias de un uso incorrecto. ¿Qué pasa si se aplica una descarga en un “mal momento”?, ¿qué pasa si se aplica de manera incorrecta?,¿qué pasa si deja secuelas?, ¿qué pasa si se muere el paciente? Demasiadas incógnitas como para atreverse a usarlo en un momento delicado. No vienen en las instrucciones las consecuencias de un mal uso.

¿Quién carga con las responsabilidades de un “mal final”?, ¿el paciente?, el que ha intentado socorrer?, ¿el fabricante?, ¿el dueño del DEA o DESA?… ¿Se utiliza igual en un niño de 2 años, en un adolescente de 16, en un joven de 25, en un adulto de 45 o en un aciano de 75?

Las preguntas son “incontables”. ¿Se puede acusar a alguien por utilizarlo mal?, ¿por no haber podido salvar al paciente?, ¿y si se dejan lesiones? Demasiadas incógnitas
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