El G-7 reconoce el impacto negativo de los factores climáticos en la salud

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El Grupo de los Siete (G-7) países más industrializados del mundo reconoce el impacto negativo que algunos factores medioambientales tienen en la salud de las personas y apostaron por programas que “disminuyan la exposición a la contaminación del aire”.

Y es que así lo acordaron los ministros y representantes en materia de Salud del G7 (Italia, Estados Unidos, Reino Unido, Alemania, Francia, Canadá y Japón) en una declaración conjunta que firmaron al término de esta reunión de dos días (domingo 5 y lunes 6 de noviembre) celebrada en Milán.

Como explica la ministra de Sanidad de Italia, Beatrice Lorenzin, “reconocemos que algunos factores ambientales tienen riesgo para la salud, como los relacionados con patrones cambiantes de enfermedades infecciosas, fenómenos meteorológicos extremos, aumento del nivel del mar, acidificación de los océanos, aire, agua, biodiversidad, contaminación del suelo”. También los relacionados con la “escasez de agua, inseguridad alimentaria y desnutrición, y aumento de la migración”, recoge el documento.

Las poblaciones pobres son las que sufren más las consecuencias negativas de los factores ambientales

Durante las reuniones el G-7 analizó que estos elementos “pueden agravar los riesgos en la salud y crear nuevas amenazas”, y coincidieron en que “las poblaciones pobres son las que más sufren las consecuencias”. Por ello, reconocen “la necesidad de promover comunidades resilientes” en las que se disminuya “la exposición a la contaminación del aire, incluso reduciendo las emisiones en áreas urbanas”.

Identificar cuáles son los impactos directos en la salud de las personas como consecuencia de estos factores medioambientales es otra de las prioridades en la declaración, así como “promover el uso de sistemas de alerta temprana meteorológicos y climáticos” para empeorar la salud de la gente.

Otras cuestiones debatidas han sido cómo “salvaguardar la protección de la salud de los trabajadores durante las emergencias y en las zonas afectadas por conflictos”, la resistencia a los antimicrobianos (AMR) o la erradicación definitiva de la polio en el mundo. También cómo implementar “sistemas alimentarios que respalden dietas saludables y sostenibles, asegurando la seguridad alimentaria y la nutrición para todos, incluidas las poblaciones vulnerables y marginadas”.

Finalmente, se aprobó aumentar la colaboración para ayudar a desarrollar programas “de inmunización para inmigrantes y refugiados” y “mejorar servicios de salud en países de tránsito y destino” para combatir el contagio de enfermedades infecciosas.

Además de Lorenzin, han participado la representante de Estados Unidos en materia de Sanidad, Jenifer Healy, el vicesecretario de Salud Pública y Comunitaria de Reino Unido, Steve Brine, la ministra de Sanidad de Francia, Agnès Buzyn, la secretaria de Estado alemana, Annette Widmann-Mauz, la ministra de Sanidad de Japón, Michiyo Takagi, y la de Canadá, Ginette Petipas Taylor.
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