..Fernando Ruiz.
El jefe del Servicio de Oncología del Hospital Universitario de Fuenlabrada, el Dr. Iñaki Juez, participó el 18 de junio en la presentación del informe ‘La atención psicológica al paciente de cáncer en España’, elaborado por el Instituto Max Weber y la Fundación Mylan para la salud. Durante su intervención defendió la importancia de la formación del médico en la comunicación de malas noticias. También destacó la importancia de la situación psicológica del paciente. Comentó ambos temas con iSanidad.
¿Cuándo se tiene que dar la formación al oncólogo para comunicar las malas noticias, en la universidad o en la residencia?
Lo ideal sería que los médicos tuvieran una formación psicología. Todos los profesionales se van a enfrentar a un paciente al que tienen que dar malas noticias o a lo mejor no dárselas él, sino saber identificar quién se las tiene que dar. La formación debería iniciarse por supuesto en la carrera, y luego, en una forma más específica en la residencia de Oncología. Nadie nace sabiendo llevar este diagnóstico, con lo cual es muy importante tener esta parte de formación.
La formación debería iniciarse por supuesto en la carrera, y luego, en una forma más específica en la residencia de Oncología
¿Cuáles crees que son las claves para el profesional a la hora de comunicar estas noticias y afrontar estas situaciones?
Las claves, aparte de formarte y estudiar es ponerte delante del paciente. Muchas veces tememos esos miedos de “¿qué me irá a preguntar? ¿seré capaz de…?”. En primer lugar, los pacientes nunca te preguntan cosas que no quieren saber, y esto es una realidad. Son ellos los que te van guiando hacia cómo informarles. No obstante, esto es una especialidad, que para bien o para mal, te permite tener tiempo para acompañar al paciente. Esta es una especialidad, y es una enfermedad que te deja salir de la vida por tu propio pie. Con lo cual te da tiempo a prepararte y a acompañar al paciente durante el tiempo. Es cuestión de estar ahí, y estar preparado para lo que el paciente necesite en cada momento.
¿Crees que el oncólogo tiene que comunicar al paciente aquello que no quiere saber, aquello que le da miedo preguntar?
No, no. Muchas veces sin querer pensamos que es un momento determinado en el que el paciente te va a preguntar algo. Yo llevo tres años con un paciente, lo cual es mucho tiempo. Yo al paciente le creo un ambiente de tranquilidad para que él tenga la confianza plena conmigo para preguntar lo que él quiera. No obstante, en la primera conversación que yo tengo con mis pacientes siempre les digo que nunca les voy a mentir, le voy a decir lo que necesiten saber. De tal manera que durante tres años tenemos mucho tiempo y muchas oportunidades para que el paciente pregunte lo que necesite. Si no te lo ha preguntado es porque no lo necesita saber, y hay que respetarlo.
Si el paciente no te pregunta es porque no lo necesita saber, y hay que respetarlo.
El informe ‘La atención psicológica al paciente de cáncer en España’ señala que es necesario la detección de la situación psicológica de los pacientes. ¿Cómo crees que puede influir en vuestra labor saber la situación psicológica de un paciente a la hora de comunicar estas noticias?
Es importante, pero no nos tenemos que ir a los extremos. Es decir, está demostrado que nuestros pacientes no se deprimen, no se suicidan más de lo habitual. Esto es una noticia dura, pero como decía mi abuela “que Dios no nos dé lo que somos capaces de soportar”. El ser humano tiene una capacidad impresionante de sacar la cabeza a flote y con esto contamos los oncólogos. De tal manera, que tengamos la tranquilidad de que el paciente va a tener esa capacidad. Si detectamos algo que es anormalmente patológico, pues por supuesto tenemos a los psiquiatras, a los psicólogos para decir “cuidado con esto“.
Sin embargo, para mí lo ideal sería tener una primera consulta con un psicooncólogo para que nos diga la situación del paciente. Ojalá en algún momento tengamos la capacidad de tener psicooncólogos en todos los servicios. Por tanto, tendremos que estar atentos para saber cómo está actuando el paciente. Y lo normal es que lo niegue, que se enrabiete, pero luego sales a flote.