El copago sanitario ¿arma envenenada de los políticos?

El “copago sanitario” sigue levantando ampollas en la opinión pública. Es un tema antiguo que no ha sido abordado todavía y según parece no hay siquiera un punto de partida por las profundas y contradictorias opiniones que en cada uno de los sectores afectados están surgiendo. Casi puede decirse que la aparición hace 20 años del conocido como “Informe Abril”, en el que se empezó a plantear la idea de que los pensionistas que disfrutaban de mayores recursos económicos pagaran parte de las medicinas, igual que lo hacen los trabajadores en activo, sirvió de detonante para que ahora, cuando las arcas de todos los países atraviesan sus peores momentos, los gobiernos vuelvan la mirada atrás y piensen en este ya viejo tema para, de alguna manera, poder aligerar la pesada carga económica que tienen encima y no saben a qué truco acudir para aligerarla.

Mientras que, en su día, pocos cuestionaron el copago farmacéutico, actualmente existe un fuerte rechazo a instituirlo en otras parcelas de la sanidad pública, igual que ya funciona con determinado éxito en cerca de diez países de la UE.

Una cuestión que ha rebrotado con fuerza, sobre la que se han levantado voces demasiado contradictorias para opinar, cada una según sus particulares intereses, de forma que no están sirviendo nada más que parea sembrar una fuerte inquietud en el ciudadano de a pie, que es el que verdaderamente lleva varios años pasándolo mal o muy mal, a pesar de que los poderes públicos traten de minimizar el problema mirando hacia otro lado.

Todo esto genera una cuestión totalmente abierta: ¿copago si o copago no?

Para generar una opinión coherente y una idea clara lo primero es mirar los diferentes horizontes que existen desde el punto de vista político, autoridades económico-sanitarias y administración de la UE. Todos tienen un razonamiento diferente.

José Martínez Olmos, Secretario General de Sanidad, o Carlos Ocaña, anterior Secretario de Estado de Hacienda se han manifestado claramente en contra de su establecimiento, igual que las autoridades de la UE que parece que están entreteniéndose con el juego del sí y, del no o del ahora no es el momento. Una postura demasiado híbrida para acometer con seriedad un problema de tanta trascendencia, política y económica.

Cuando en el año 2004 gobernaba en Cataluña el tripartito, la entonces Consejera de Salud, Marina Geli, indicó en sus primeras declaraciones que a pesar de que la sanidad catalana se enfrentaba entonces a una deuda de 2.900 millones de euros el gobierno catalán, tajantemente, no implantaría en Cataluña el sistema del copago sanitario. Semanas más tarde, la propia consejera indicó que se estudiaría el pago de un euro por cada visita médica que se realice e, incluso, que se pensaría en el establecimiento del céntimo sanitario por litro de gasolina consumido. Poco después el actual Canciller de Salud, Boi Ruiz, indicaba que “no era el momento” de pensar en ello.

La Vicepresidenta del Gobierno y Ministra de Economía y Hacienda, Elena Salgado, descarta introducir el copago sanitario, a pesar de la recomendación favorable que ha recibido de la UE. Por su parte, el Gobierno vasco no descarta su implantación en su Comunidad, según ha indicado el Consejero de Sanidad y Consumo, Rafael Bengoa. Por otro lado la actual Ministra de Sanidad, Política Social e Igualdad, Leyte Pajín, en un acto electoral en Medina del Campo, con motivo de las elecciones del 22M, delcarba que se decanta plenamente por el “coahorro” y la “garantía de los ciudadanos” frente al pago sanitario, indicando además que el PSOE defiende un sistema sanitario “universal” que sea auténtica referencia mundial. Para Ana Pastor es una barbaridad, La Presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre y el propio Rodríguez Zapatero andaban en sus respectivos mítines electorales con la misma postura: “No al copago”. Todas son opiniones de peso, pero ¿fundadas o políticas?, ¿cómo sostenerlas?

La opinión de otros sectores económico sanitarios tienen otra postura.

El diario gratuito “20 Minutos” publicó antes del verano un amplio reportaje en el que recogía la opinión de un nutrido grupo de expertos en economía y salud, que se manifestaban claramente a favor de la fijación de esta tasa en nuestro sistema como forma eficaz para que se pueda alcanzar la asistencia adecuada y evitar el consumo innecesario, que en el contexto económico actual de España no puede soportar la Administración Pública.

La edición española de la Revista “Medical Economics”, con la idea de contribuir a la resolución de esta nada fácil cuestión, ha hecho una recopilación muy sabrosa de los pros y los contras de su aplicación:

A favor:

• Impide o modera el abuso del gasto sanitario
• Contribuye al ahorro de ese gasto sanitario
• Es un tratamiento efectivo contra el despilfarro
• Es una “necesidad”
• Es una medida disuasoria
• Una medida pertinente
• Un euro es una cifra simbólica

En contra

• Dificulta el acceso a la sanidad de las clases económicamente menos favorecidas
• Origina gastos añadidos
• La salud de los enfermos conocidos como “pobres” puede verse afectada seriamente.
• Es un puro tema político y una medida injusta
• Representa un sobreesfuerzo para los jubilados
• Puede darse el caso de que un paciente renuncie a solicitar unos determinados servicios por considerar de antemano que no puede abonar su importe.

Cuatrocientos expertos en economía y salud pública reunidos en el Hospital mallorquin San Espases (un establecimiento sanitario con capacidad para más de mil camas y dotado con 26 quirófanos) con motivo de la celebración de la XXXI edición de las Jornadas de Economía de la Salud se han mostrado a favor de introducir la tasa sanitaria del copago en la sanidad pública española como forma eficaz para conseguir una asistencia más eficiente y evitar el consumo innecesario del sistema sanitario que la administración pública no puede soportar.

Todo lo relacionado con el control de la utilización innecesaria de la asistencia sanitaria pública preocupa con insistencia en todos los ambientes relacionados con la sanidad.

José Luis Pinto, catedrático de la Universidad de Sevilla “Pablo Olavide”, como ya lo han hecho gran número de expertos se muestra también partidario de la misma opinión, insistiendo en un aspecto tan novedoso como interesante: su implantación podría derivar a la saturación de la utilización de otros servicios, con lo cual se podría originar un mayor gasto.

Pablo Vázquez, Director de la Fundación de Estudios de Economía y Hacienda de la Universidad Complutense de Madrid, se ha posicionado igualmente en la misma línea amparado en el éxito que su implantación está teniendo en otros países que ya lo han adoptado, matizando que, de implantarse, la Administración Central para evitar abusos debe vigilar hasta el último céntimo que se invierta en sanidad.

¿Cómo ha sido resuelto este tema en los países comunitarios que lo han implantado? De forma muy diversa pero con el mismo fondo e idea: el ciudadano debe ayudar a financiar su sistema sanitario.

A pesar de esta favorable corriente ningún Gobierno se ha atrevido a ponerla en marcha. La plena recesión económica en la que nos encontramos inmersos hace que dicha medida planee cada vez con más fuerza en España, sobre todo si se piensa que en Europa, la frontera entre la sanidad pública y la privada se encuentra cada vez más diluida, circunstancia que ha desembocado en que los sistemas sanitarios hayan dado entrada a otras entidades optando por el pago de consultas, pruebas y días de hospitalización para moderar el gasto y evitar abusos, más que a recaudar fondos. Así lo corrobara tambien el diario ABC en un reportaje aparecido en sus páginas de salud en mayo del pasado año. Son fórmulas que ya funcionan en otros regímenes de nuestro entorno como

• Alemania
Su sistema sanitario tiene establecidas varias formas de copago según sea la necesidad; compra de medicamentos en cuyo caso el paciente debe abonar el 10% de su importe con un mínimo de 5 y un máximo de 10. Un copago del que no se libra nadie, incluso los pensionistas. Distinto es el caso de la hospitalización en el que el paciente tiene la obligación de abonar 10 € diarios, con un limite que no puede superar los ventiocho días laborables por año. Si se trata de solicitar un servicio del médico de cabecera, dentista o cualquier otro especialista deberán realizar un único pago trimestral de 10 euros, sin que se tenga en cuenta el número de veces que durante dicho trimestre se acuda a consulta. En cambio queda exenta de dicho pago la visita al pediatra.

• Suecia y Noruega
En estos dos países, para limitar los gastos que ocasionen los pacientes, la asistencia sanitaria está fuertemente descentralizada. Puede elegirse el centro sanitario o médico que se desee, pero pagando una cantidad por servicio, entre 15 y 20 € (150 a 200 coronas) por cada visita, bien se trate de un especialista o un médico generalista.

• Francia
Está muy generalizada la contratación por los pacientes de un seguro médico complementario que cubra el abono de medicinas, hospitalizaciones u operaciones no cubiertas por la seguridad social. Como existen muchos casos, dentro de este grupo de prestaciones que no entran en dicho régimen, los pacientes tienen dos opciones, contratar los servicios de un seguro complementario o los de una mutua o, en su defecto abonarlos personalmente. Para ello, cada asegurado tiene dos tarjetas: la complementaria y la de la seguridad social, si el paciente no tiene la correspondiente a los servicios complementarios tendrá que hacerse cargo directamente del importe de los servicios que le hayan sido prestados por esta.

En otros sistemas nacionales de salud del norte de Europa la cobertura general suele ser bastante amplia, para lo cual los impuestos son más altos y existen bastantes casos de copagos, pero limitados en su cuantía al nivel de renta que se posea. En ningún caso se contempla el acceso universal gratuito a la utilización de los servicios sanitarios.

La inversión en sanidad en relación con el PIB es la siguiente

• Alemania 10,9%

• Francia 9,7%
• Portugal 9,3% 
• España 5,9%
• Media europea 7,4%
Fuente: La Vanguardia-Salud

 
Para el Presidente de la AES (Asociación Española de la Salud), Juan Oliva a pesar de que la Asociación no pueda establecer ni dar de manera oficial una opinión a favor o en contra sobre esta cuestión, puntualiza que la disyuntiva “copago, si” “copago, no” es un debate equivocado porque es una cuestión verdaderamente “compleja” que encierra muchas alternativas, cada una con diversos aspectos y riesgos, tanto para la salud como para la economía. Cuestiones que deben considerarse y meditarse con mucha paciencia y sutileza.

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