..Dr. Luis Miguel Torres Morera. Profesor Titular de Anestesia. Universidad de Cádiz. Jefe de Servicio de Anestesia-Reanimación y Tratamiento del Dolor. Director de Departamento de Cirugía. Universidad de Cádiz. Director de la UGC Anestesia-Reanimación. Hospital Puerta del Mar. Presidente de la Asociación Andaluza del Dolor.
La información científica es clave y ha sido clave en el progreso de la humanidad, de hecho, quizás es lo que mas nos diferencia del resto de los animales. Hasta ahora esto se ha hecho fundamentalmente por canales controlados por las universidades o los estados de un modo u otro. Tras ellos se inició la distribución a través de sociedades científicas y editoriales y esto sin duda supuso un avance básico para que estuviera filtrada adecuadamente y evitáramos el empirismo del pasado.
Sin embargo, con el paso del tiempo estos canales han sufrido su propio desgaste propia de la rutina, el abuso y la corrupción. Tenemos múltiples casos de corrupción en la literatura científica incluso en las revistas mas prestigiosas.
La información científica es clave y ha sido clave en el progreso de la humanidad
Con el nacimiento de internet, todo cambió, de tal modo que gran parte de la información científica se encuentra a través de canales no diseñados para ello. Son canales tales como Google, YouTube, Research Gate y otros similares.
Para colmo con la llegada de la pandemia del Covid, el sistema de comunicación entre los investigadores y los médicos se ha revolucionado debido a la necesidad de disponer de información precisa y en tiempo real a nivel mundial. Esto ha hecho que gran parte de la información sobre la pandemia ha sido distribuida a través de grupos profesionales de WhatsApp o grupos de Telegram.
Esta inmediatez seguro que ha salvado vidas. Un ejemplo claro son los grupos de WhatsApp y Telegram que creamos para compartir información sobre Dolor. Más de 1000 profesionales, al irrumpir la pandemia, hemos participado en ellos. Se convirtieron en una fuente de información multidisciplinar diaria de primera mano de incalculable valor científico. Ha servido para que muchos médicos y hospitales hayan puesto en marcha prácticas compartidas en estos grupos. Además, hemos procurado estrictamente que estuvieran ausentes de controversias políticas o ajenas al tema profesional. También han servido de soporte emocional para los sanitarios en los momentos mas críticos. En estos grupos han surgido ideas, creativas, constructivas incluso revolucionarias. Ejemplos como la carta de la mascarilla, firmada por mas de 1300 sanitarios; o la creación en menos de un mes del “famoso” congreso virtual Covid19, www.congresocovid.es con una repercusión inimaginable; han sido más de 10.000 asistentes y cientos de preguntas para las interesantísimas ponencias expuestas en tiempo real y para todo el mundo. De hecho, la conferencia de clausura fue seguida por más de 8000 asistentes y se desarrolló con ponentes en Shanghái, Alicante, Cádiz y Nueva York, con decenas de preguntas de 15 países.
La inmediatez de la información sanitaria seguro que ha salvado vidas
El mundo ha cambiado y aunque haya sido por culpa de una desgracia esto va a acelerar lo que llamo “democratización y universalización” de la transmisión científica y de los conocimientos “reales” que a partir de ahora van a alejarse progresivamente de los canales estandarizados que hemos estado usando.
Sin duda esto generará nuevos retos, ya que el control de la veracidad de la información, la evitación de la infodemia, de información no contrastada o comprobable, es el reto al que se enfrentan estos canales, pero las ventajas de la información en “vivo y en directo” a bajo coste, para todo el mundo, abre unas perspectivas inusitadas y esperanzadoras para un nuevo tiempo en el cual la ciencia estará al alcance de todos de forma inmediata y gratuita.
Proyectos como Cientifix www.cientifix.es un lugar para que los científicos y médicos en general puedan presentar todo tipo de conocimientos para que podamos verla “a la carta” igual que hoy el cine o la música ya no se distribuyen principalmente en salas o teatros sino en plataformas como Netflix o Spotify han abierto el camino a un nuevo sistema de compartir y difundir los avances científicos.